Apocalipsis Capítulo 16


Capítulo 16

Las siete copas de la ira de Dios
ἑπτὰ φιάλας (jepta fiálas). Las siete copas, al igual que los siete sellos y las siete trompetas, las copas representan el juicio de Dios contra los impíos, infieles y contra el Imperio. Las copas, tienen relación con las diez plagas de Egipto, hazaña con las que Yahvé liberó al pueblo de la esclavitud y del sufrimiento. En este versículo, Dios hace una última llamada a la conversión, pero la mayoría rechazan, blasfeman y no cambian su manera de pensar y vivir.  

16:1. Y oí una fuerte voz que venía del templo y les decía a los siete ángeles: “Vayan y derramen sobre la tierra las siete copas de la ira de Dios.”
2. El primer ángel fue y derramó su copa sobre la tierra; entonces a todas las personas que tenían la marca de la bestia y que adoraban su imagen, le salieron llagas malignas y repugnantes.
3. El segundo ángel derramó su copa sobre el mar y el mar se convirtió en sangre, como la de una persona asesinada, y murió todo ser viviente que había en el mar.  
4. El tercer ángel derramó su copa sobre los ríos y los manantiales, y se convirtieron en sangre.
5. Entonces, oí al ángel de las aguas que decía: “Tú eres justo, El que es y El que era; el digno, porque ha juzgado con justicia.
6. Ellos derramaron la sangre de tu pueblo santo y de tus profetas.     Ahora les diste sangre para que bebieran.     Lo justo, eso es lo que merecen.”
7. Oí desde el altar que decía: “Sí, Señor, Dios Todopoderoso, tus juicios son verdaderos y justos.”
8. El cuarto ángel derramó su copa sobre el sol, y se le permitió quemar con fuego a los seres humanos;
9. todos sufrieron terribles quemaduras, pero ni así se arrepintieron, ni cambiaron su forma de pensar ni de vivir, para darle gloria a Dios, que tiene poder sobre esas plagas, al contrario, blasfemaron su nombre. 
10. El quinto ángel derramó su copa sobre el trono de la bestia, entonces el reino de la bestia se oscureció; las personas se mordían su lengua por el dolor,
11. y, por causa de sus padecimientos y de sus llagas, maldecían al Dios del cielo; pero no se arrepintieron de sus obras, no cambiaron su manera de pensar ni sus conductas.
12. El sexto ángel derramó su copa sobre el gran río Éufrates y se secaron sus aguas para abrir camino a los reyes del oriente.
13. Vi salir de la boca del dragón, de la boca de la bestia y de la boca del falso profeta tres espíritus malignos que parecían sapos;
14. estos son espíritus de demonios que hacen señales milagrosas y que salen a reunir a los reyes de la tierra para la batalla del gran día del Dios Todopoderoso.
15. Atención, vendré como un ladrón; plenamente feliz el que se mantenga despierto y cuide sus vestiduras, pues no tendrá que salir desnudo sintiendo vergüenza por estar así.
16. Entonces, los espíritus malignos reunieron a los reyes en un lugar que en hebreo se llama Armagedón
Ἀρμαγεδών (Armagedón). La palabra Armagedón significa, la colina de Meguido. Lugar conocido por los creyentes, porque en la llanura de Meguido se llevaron a cabo varias batallas mencionadas en el Antiguo Testamento.  
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17. El séptimo derramó su copa en el aire, y del templo salió una fuerte voz desde el trono que decía: “¡Se acabó!”
18. Hubo relámpagos, ruidos, truenos y un gran terremoto, nunca antes había pasado un terremoto tan grande desde que el ser humano existe en la tierra.
19. Se dividió la gran ciudad en tres partes y cayeron las ciudades de las naciones; y la gran Babilonia fue recordada delante de Dios, que le dio a beber de la copa llena de vino del furor de su ira.
20. Y huyeron todas las islas y las montañas no fueron encontradas.
21. Del cielo cayó una gran granizada sobre las personas, enormes granizos del tamaño de un talento
El talento en el contexto del Antiguo Testamento, equivalía cerca de 34 kg de plata, y en el Nuevo Testamento, a 6000 dracmas, equivalente a 21,600 gr de plata. En algunos documentos antiguos se menciona que un talento pesaba aproximadamente cuarenta kilogramos cada uno; un ejemplo, el talento ático de plata tenía el valor a nueve años de trabajo cualificado.   
; y maldecían a Dios por esa terrible plaga.  
  


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