Devocional

El Corazón Agradecido

Efesios 5:20.

“Dando gracias a Dios el Padre por todas las cosas en todo momento, en el nombre de nuestro Señor Jesús Cristo”.

No hay cosa más gratificante que encontrar una persona que tiene esa chispa de agradecimiento en todo lo que hagas por ella.  Existe un video en internet de un niño que, en su cumpleaños, sus papás para probarle, le regalan un plátano (o banana, según se diga en cada país) cuando el niño abre su regalo, se muestra sorprendido, alegre y agradecido por su presente. Y feliz lo pela y se lo come, dando gracias por el regalo. ¿Cómo habría reaccionado usted?

Nuestro Dios es proveedor de toda buena dádiva y espera que nuestro agradecimiento, aún en las pequeñas cosas, sea expresado honestamente delante de su presencia. El despertar en un nuevo día (hay quienes no se despertaron), ver todo a nuestro alrededor (algunos no tienen el privilegio de ver), escuchar el viento, la lluvia, a nuestros seres queridos (hay quienes no pueden hacerlo) el humilde pan en nuestra mesa, el techo que nos cobija, etc. Esas cosas cotidianas que, por ser tan comunes, las vemos como “normales”. Pero nos olvidamos que todo proviene de la bendición y misericordia de nuestro grande y maravilloso Dios.

El salmo 100 nos insta a “entrar por sus puertas con acción de gracias” y Pablo a los tesalonicenses les exhorta a “dar gracias en todo” (1 Tes 5: 18a). Ahora, lo complejo es realmente dar gracias en todo.

Cuando la bonanza fluye es fácil dar gracias. Cuando todo va bien, cuando somos queridos y respetados es bueno y gratificante y la alegría nos desborda. Pero es distinto cuando la vida se nos pone de cabeza.

Cuando las tinieblas nos envuelven y nos pasean por la oscuridad y podemos comprender en carne propia las exclamaciones del salmista “fueron mis lágrimas mi pan de día y de noche” (Sal 42:3).  Pero también podemos exclamar “¡¡¡Yo sé que mi redentor vive!!! Podemos por la fe, conocer que Jesús está presente con nosotros dándonos sus fuerzas, porque Él sabe lo que es el sufrimiento humano y no nos va a dejar para siempre en las manos de las tinieblas. La alabanza al Dios misericordioso, regada con lágrimas, es señal de que “damos gracias en todo porque esa es la voluntad de Dios para con nosotros en Cristo Jesús”.

Un corazón agradecido, “no olvidará ninguno de los beneficios” que su Dios le otorgó en los días buenos. Entiende que las circunstancias presentes “no son comparables con la vida venidera”. Entiende que nada lo puede apartar de su Dios, porque el amor de Él (Jesús) lo tiene aferrado fuertemente de su mano (Jesús dijo “…y no permito que nadie las arrebate de mi mano” Juan 10: 28).

Debes recordar que el buen Pastor “prepara mesa delante de ti…”, pero también tiene una vara y un cayado, que no deben causarnos pena o miedo, sino “nos infunden aliento”. En mi vida cristiana he vivido momentos de extrema pobreza, pero el Señor siempre me sustentó. Momentos de bonanza en donde todo fue alegría en Cristo. Pero en el año pasado, tuve que vivir una tremenda y dolorosa experiencia que probó mi fe en el Señor, “Hubiera sido destruido, si no hubiese visto las misericordias de Dios”. Hoy puedo agradecer a mi Dios y Padre que es fiel a su Palabra y pude crecer y ver la vida desde otra perspectiva, sabiendo que Él me puede librar de toda situación por muy adversa que sea. Y en medio de todo, pude dar gracias a Dios que “no me dejará ni desamparará”.

Si por ahora te toca vivir un trago amargo, no olvides que Jesús sabe lo que es la amargura de ese trago y no te dejará. Si, por el contrario, tu vida va sobre ruedas, da gracias a Dios porque Él es proveedor de toda buena dádiva. Porque Dios te amó, te ama y te amará. Por lo tanto, enfrenta tu día a día con agradecimiento. Alza tus manos al cielo, con alabanza de gratitud, “Dando gracias a Dios el Padre por todas las cosas en todo momento, en el nombre de nuestro Señor Jesús Cristo”.

Las bendiciones del Señor Jesucristo sobreabunden todos los días de tu vida.

Créditos:

Carlos Arancibia Pino

Nacionalidad: Chile

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