Caminando en aguas profundas

Lucas 5:4. “Cuando terminó de enseñar, le dijo a Simón: Lleven la barca a aguas profundas y lancen las redes para pescar”.

Seguramente para Simón no era un problema llevar la barca a aguas profundas, era un pescador experimentado, aquí no se puso a prueba su conocimiento sino su confianza y obediencia.

La ciencia y el conocimiento provienen del Señor, dice la Palabra, pero la confianza y la obediencia nacen de un corazón dispuesto a darle el control absoluto a Dios, renunciando a la experiencia e incluso autosuficiencia para cumplir el propósito.

Creo que un momento impactante en que Jesús atraviesa las aguas profundas de su existencia inicia en Getsemaní. Durante este proceso podemos ver a un hombre que cree, que confía, que conoce y sabe quién es Dios para él, pero esto no evita que haya tristeza, incluso, me atrevo a decir que hubo temor en su corazón al darse cuenta que el rumbo que iba a tomar su vida causaría una separación con su Padre. Primero le dice: “Padre, pasa de mí esta copa” y más adelante exclama: “Padre, ¿por qué me has abandonado?” Estas son frases que quizás expresadas de otras formas, nosotros también las hemos dicho; “Señor, ¿por qué a mí?”, “Señor, ¿hasta cuándo?”, “Señor, ¿por qué no me escuchas?”, etc. Yo me siento identificada y algo que este texto me enseña es que mientras estamos pasando por las aguas profundas, el Señor no cuestiona nuestros miedos, sino que nos escucha con amor, aunque a veces guarde silencio.

Y precisamente en este momento crítico es cuando se nos da la mayor lección de confianza y dependencia; “que no se haga mi voluntad sino la tuya”. En esta frase le está diciendo al Señor que tome el control absoluto; ya te dije lo que siento, lo que pienso, pero descanso en ti, gracias por escucharme, hoy me sumerjo en ti. Es aquí cuando se genera esa profunda intimidad, la misma que tenemos la obligación de desarrollar y hacer crecer cada día. Debemos comprender que en esa entrega y fe absoluta es donde veremos el cumplimento de las promesas.

Como seres humanos siempre buscamos tener el control de todo, queremos saberlo todo para dar el siguiente paso sin darnos cuenta de que si no caminamos y sólo observamos estamos perdiendo la oportunidad de ver un milagro.

Hoy es el tiempo de caminar hacia aguas profundas en total dependencia de nuestro Dios. Esto también nos permite conocer cada vez más su corazón y quién conoce el corazón del Padre sabe que no hay mejor lugar que a donde Él nos llamó.

Si estás en busca de tu verdadera identidad, de la razón por la que fuiste diseñado, creado y formado, toma tus dones, tus talentos, tus sueños, tu fe y permite que Dios te sorprenda; en las aguas profundas es donde experimentamos la verdad absoluta.

Créditos:

Por Lorena Acosta

Nacionalidad: Ecuador