El Buen Soldado
1. Tú, hijo mío, fortalécete en la gracia que está en Cristo Jesús.
2. Usando las enseñanzas que escuchaste de mí, delante de muchos testigos, educa a otras personas fieles, que sean capaces, para que también enseñen a otros.
3. Comparte con otras personas el sufrimiento a causa del evangelio, como buen soldado de Jesucristo;
4. ninguno que cumple el servicio militar se enreda en malos negocios en la vida, el único objetivo es agradar a aquel que lo hizo soldado.
5. El que corre como atleta es premiado conforme a las reglas del atletismo.
6. El campesino que trabaja con dedicación merece disfrutar su cosecha.
7. Piensa en todo lo que te he dicho; porque el Señor te dará entendimiento y discernimiento en todo.
“El buen soldado de Jesucristo”, es una frase que busca la excelencia de Cristo en todo lo que hacemos, es una sentencia que no admite excusas; el texto usa un término militar que nos habla de valor, entrega y disciplina aún en momentos de dificultad. Quizás el grupo de verbos que usa el apóstol hacia su discípulo nos dé una luz acerca de lo que significa ser un buen militante.
Fortalécete en la gracia. Requiere intencionalidad y consistencia en cuanto al afán, ahínco, ardor, brío, impulso, ánimo, denuedo, vigor, sacrificio, sudor, trabajo y empeño que debemos a nuestra militancia en el evangelio. No hay lugar a la negligencia en la gracia que está en Cristo Jesús. Se requiere una completa rutina de entrenamiento diario para fortalecerse.
Usa las enseñanzas y educa. Esto muestra nuestra responsabilidad de recibir, internalizar y transmitir a otros la enseñanza de las Sagradas Escrituras y la doctrina de la iglesia, sin adulterarlas. Las órdenes que recibe un soldado se deben cumplir a cabalidad, por respeto a su superior en rango y para mantener el bienestar del escuadrón. Esto es, sabiendo que el reglamento militar no lo elaboró el(ella) si no que es el resultado de una estrategia diseñada con un propósito salvífico para el Reino.
Sufrimiento por causa del evangelio. Los buenos soldados son aquellos que sufren o resisten durante un servicio o misión a fin de cumplir la misma. Es decir que si anhelamos ser buenos soldados para nuestro Señor Jesucristo debemos estar dispuestos a sufrir las penalidades que se presenten durante el servicio o misión que Él nos haya encomendado. Sean cosas buenas o malas, aflicciones, molestias o incomodidades, estas comprobarán que vamos a estar en condiciones de ser llamados buenos soldados y que por causa de aquella entrega y buen desempeño en el campo de batalla somos condecorados y reconocidos públicamente con una medalla al valor. Esto es nuestra fidelidad al servicio por estar convencidos de un ideal patriótico-celestial.
No te enredes. Un soldado en cumplimiento de su misión no puede distraerse, embrollarse o desviar la atención de su principal cometido de cumplir la orden de su superior. El apóstol Pablo está refiriendo y encomendando a su amado discípulo Timoteo, desde la prisión donde se encontraba, a que él se mantenga FIRME en medio de las pruebas, para librar la gran batalla que todo cristiano tiene que pasar, en defensa de sus vidas y la fe en nuestro Salvador y Amado Jesucristo. A no servir más que a un solo Señor, a agradarle a Él y estar dispuestos aún a dar la vida por la causa de Cristo. Esto nos anima y nos afirma que este llamado no es para cobardes. Cuando se ama y se hace un pacto, el soldado está enfocado en cumplir su misión y se alegra reportando a su mando militar el deber cumplido. Que satisfacción nos dará ver el rostro del Padre al darse cuenta de que su asignación se cumplió a cabalidad.
Corre como atleta. Cumple las reglas de entrenamiento, preparación y concentración para luego continuar con las competencias a todo nivel, respetando las reglas de juego y cumpliendo con los requerimientos de participación. Esto es, sin dopaje, sin trampas ni competencia desleal. Amando el deporte con pasión, buscando ganar, pero legítimamente, sin sobornar a nadie, sabiendo que representamos a la Nación Santa, al pueblo de Dios. Entonces nuestra corona será recibida rodeada de legitimidad, integridad y profesionalismo.
Trabaja y disfruta. Aquí es donde muchos fracasan. Desean ser fieles, pero se quedan ahí, esperando que todo suceda por arte de magia. ¡Pero no! Se requiere intencionalidad, diligencia, trabajo, esmero, dedicación y disciplina. De allí proviene la palabra “discípulo”. No se puede pretender disfrutar de la cosecha, si primero no se trabaja en el proceso de siembra, paciencia y espera de los resultados del trabajo. Trabajar supone esfuerzo doloso, intencional, es decir que, aunque no desee llevarlo a cabo, lo hago porque sé que es lo correcto para la causa de Cristo. ¡Piensa! Dios te dará entendimiento y discernimiento. Se debe hacer el esfuerzo por reflexionar y así el Señor nos dará entendimiento y discernimiento. Pero aún más, lo importante aquí para Timoteo, era la aplicación personal de las instrucciones dadas por Pablo. El apóstol acaba de usar 3 figuras para ilustrar su enseñanza a su discípulo. El soldado no debe dejar de luchar hasta obtener la victoria. Un atleta no debe dejar de competir hasta lograr ganar la carrera y el labrador no deja de trabajar hasta que la cosecha esté completa. Timoteo es instruido para ver la importancia de la perseverancia a partir de la internalización de su compromiso en aceptar la misión. Dios nos da entendimiento cuando nos dejamos fascinar intencionalmente por sus preceptos e instrucciones.
Aceptar el llamado de Dios tal y como lo presenta el apóstol nunca había sido tan desafiante y exigente como lo es hoy. Se requiere entrega total, carácter, integridad y pasión. Todo pasa a un segundo plano. Él y su sueño de rescatar a la humanidad demandan un compromiso genuino y prioritario de nuestra parte.
¿Eres tú un buen soldado de Jesucristo?
¿Estás dispuesto a ser un soldado legítimamente, escalar de rango, e incluso hasta dar tu vida por Jesús y su causa de ser necesario?
Dr. Nelson Parra J.
Presidente, SEMISUD-FLEREC
Quito, Ecuador
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