7:1. Después de esto vi a
; estaban allí de pie, deteniendo los cuatro vientos para que estos no soplaran sobre la tierra, sobre el mar y sobre los árboles.
2. Vi también a otro ángel que venía del oriente con la marca del Dios viviente; gritó con fuerte voz a los otros cuatro ángeles a quienes se les había permitido hacer daño a la tierra y al mar:
3. “¡No hagan daño ni a la tierra ni al mar ni a los árboles, hasta que
marquemos σφραγίσωμεν (sfragísomen) verbo voz activa, modo subjuntivo, tiempo aoristo, primera persona del plural, traduce: sellemos, marquemos. Viene del verbo σφραγίζω (sfragízo) significa, sellar, marcar, estampar, señalar, proteger, apartar, atestiguar. De este verbo se deriva el sustantivo σφραγίς (sfragís) y significa marca, sello, señal. La presentación de la marca es un simbolismo, con ello se deja claro que los fieles están sellados bajo la protección divina. El relato más adelante describirá el juicio a través del símbolo de las trompetas, en el que se vuelve a mencionar el sello. Otros textos del Nuevo Testamento citan la palabra σφραγίς 2 Co. 1:22; Ef. 1:13 y 4:30, el sello como señal divina protege a los creyentes, Juan lo menciona en la exposición de la quinta trompeta, las langostas no afectarán a los sellados (9:4). Este texto de Apocalipsis tiene paralelo con Éxodo, el pueblo de Dios marcado en sus puertas con la sangre del Cordero no sufrió la plaga de la muerte.
Otra idea de la marca, se utilizaba para identificar los objetos que eran propios, se les colocaba un sello; entre ellos se encuentra el ganado, y también a los soldados. El Apocalipsis puede hacer alusión a estos dos usos de los sellos, puesto que los mártires son las ovejas que siguen al Cordero, su pastor (7:11: 14:4), y también son soldados que siguen a su líder (14:14). El sello también indica dependencia y protección. Los siervos o los fieles se marcaban para saber que pertenecían a un dios y hacerlos inviolables o sagrados, idea que se relaciona con los cristianos, ellos son siervos de Dios y de Cristo (l:1; 2:20;7:3;19:2,5;22:3,6) y son oficiantes de una liturgia (7:9-17).
4. Y oí el número de los que habían sido marcados:
ciento cuarenta y cuatro mil La cifra Ciento cuarenta y cuatro mil, es un concepto con sentido simbólico, de énfasis matemático. La cita dice ἤκουσα (ekousa), “oí”. El autor resalta la audición en lugar de la visión y señala el símbolo judío aduciendo a las tribus de Israel 7:4-8. Algo que debemos considerar del versículo 7:3, los sellados son “los siervos de nuestro Dios”, afirmación que en el resto del Apocalipsis nunca hará referencia a los judíos.
Juan escribe lo que oye, sólo números. No ve a los sellados ni el acto de sellarlos, no da detalles de cómo se realiza, por ello, hay que entender que todos los números que menciona el pasaje son simbólicos. En la gematría judía, el número doce señala al pueblo de Dios, si se multiplica al cuadrado, el resultado apunta la concepción de muy completo; multiplicado por mil, el diez significa totalidad, y diez al cubo, significa el inmenso pueblo de Dios, totalmente completo. En pasajes posteriores, se citarán las mismas cifras para indicar las medidas de la Nueva Jerusalén, la ciudad de Dios (21:16-17), su forma cuadrada y cúbica. Entonces, la simbología de los ciento cuarenta y cuatro mil representa al pueblo de Dios completo (Ap. 7), incluyendo la iglesia, los cristianos, el nuevo Israel de Dios, todo el pueblo de Dios, del antiguo y del nuevo Testamento.
Algunas teorías suelen hacer una interpretación literal de la cifra “ciento cuarenta y cuatro mil”, por el hecho de dar un listado de las doce tribus, dicen que es la cantidad específica de judíos de raza pura, interpretación que no considera que el listado es bastante particular. Empieza con la tribu de Judá, no de Rubén que era el mayor, la lista incluye a Leví, paradójicamente también incluye a José y a su hijo Manasés, no considera a Efraín que según Gn. 48:14-19 era al que le correspondía la bendición, omite a la tribu de Dan, establece una igualdad matemática para cada tribu (12 mil por cada tribu), cuando proporcionalmente eran muy distintas; otro aspecto es que las tribus que se mantuvieron como entidades históricas fue la tribu de Judá, de Benjamín y Leví. Debido a muchos detalles incongruentes que presenta el texto, consideramos que el número ciento cuarenta y cuatro mil, es simbólico y representa a todo el pueblo de Dios, incluyendo judíos y cristianos. El paralelismo estricto, la repetición rítmica al mencionar la misma cantidad, es un estilo literario que el autor utiliza para expresar magistralmente la completa y total salvación a los siervos, fieles de Dios, podemos decir que es la cifra de la Historia de salvación.
5. De la tribu de Judá fueron sellados doce mil;
de la tribu de Rubén, doce mil;
de la tribu de Gad, doce mil;
6. de la tribu de Aser, doce mil;
de la tribu de Neftalí, doce mil;
de la tribu de Manasés, doce mil;
7. de la tribu de Simeón, doce mil;
de la tribu de Leví, doce mil;
de la tribu de Isacar, doce mil;
8. de la tribu de Zabulón, doce mil;
de la tribu de José, doce mil;
de la tribu de Benjamín, doce mil sellados.
9. Después de esto vi y apareció una gran multitud tomada de todas las naciones, tribus, pueblos y lenguas; era tan grande que nadie podía contarla. Estaban de pie delante del trono y del Cordero,
vestidos de ropas blancas Στολὰς (stolás), sustantivo femenino, primera declinación, tercera sección, en caso acusativo, plural, que traduce: a las túnicas. Viene del nominativo singular στολή (stolé), Nuevamente aparece el término vestido blanco (cf. 3:4-5,18; 4:4;6:11). El significado de esta prenda encierra varias connotaciones, como pureza, victoria, santidad, gozo y fiesta. La prenda era usada en la corte real, también la llevaban los justificados que viven la glorificación (3:5,18; 6:11; 19:8, l4). El nuevo pueblo de Dios utiliza esta vestimenta, los redimidos (6:11; 7:13-14; 22:14; 7:9)
La palabra griega στολή (stolé), es una vestimenta larga y amplia. La LXX utiliza el término para referirse a las vestimentas sacerdotales (Ex 28:2), sacerdotes que cumplían la función de servir en la liturgia (7:15). En el cristianismo del primer siglo, las ropas blancas se usaban para los cristianos que se bautizaban, un rito de iniciación que los introducía a una nueva vida, el bautismo símbolo de transformación y santificación. En el versículo 7:9, las túnicas blancas indicarían el carácter sacerdotal y celestial de la multitud redimida.
ramas de palma Una de las características de la fiesta de las enramadas, los participantes se vestían de blanco y llevaban ramas de palma (Lv. 23:39-40; Neh. 8:14-17; 2 Mac 10:6- 7). El pueblo salía al monte a traer ramas y palmeras para construir sus chozas (Neh. 8:15), y en cierta etapa del desarrollo de la fiesta comenzaban a batir esas ramas y llevarlas en procesión gozosa. Las agitaban y recitaban el Salmo 118, aumentaban la fuerza de la agitación cuando llegaban al versículo 25. Las palmas también se usaban en las procesiones de victoria, cuando Simón Macabeo reconquistó la ciudad de Jerusalén, los judíos “entraron con aclamaciones y ramos de palma, con liras, címbalos y arpas, con himnos y cantos” (1 Mac 13:51; cf. 2 Mac 10:7). En los documentos, Actas de los mártires, se registra que las palmas simbolizaban también la muerte victoriosa de ellos. Sabemos que en la entrada triunfal de Jesús a Jerusalén la muchedumbre agitó palmas como expresión de victoria y celebración gozosa de la llegada del Reino.
manos El contexto de lo que dice Juan en el versículo, está en relación con la fiesta judía de las Enramadas. El ciclo festivo del pueblo hebreo culminaba con esta celebración, después de la última cosecha del año, era una de las fiestas más alegres. Se caracterizaba por la danza de las doncellas vestidas de blanco, lavadas y puras; los hombres cantaban y blandían antorchas encendidas. Los nexos literarios que unen estos versículos con otras referencias del mismo libro son: Los mártires que antes estaban bajo el altar ahora están de pie ante el trono, vestidos de blanco y ahora tienen palmas (6:9-11). Además, el pasaje recoge el escenario de la visión del trono descrito en los capítulos 4 y 5, y anticipa la bendición prometida a los vencedores mencionados en el 2 y 3. Se unirá con la visión que más adelante expondrá los capítulos 14-15; une los elementos de las dos visiones del capítulo 7, el Apocalipsis culmina en los capítulos 20-22, en la plena realización del Reino de Dios. Así que los vv. 9-17 es una continuación no esperada de la liturgia de los capítulos 4-5, pero con una gran novedad: ahora los fieles forman parte de la gran multitud que adora.
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10. Proclamaban a gran voz:
“¡La salvación viene de nuestro Dios que está sentado en el trono y del Cordero!”.
11. Todos los que estaban de pie delante del trono, los ángeles que estaban de pie alrededor del trono, de los ancianos y de los cuatro seres vivientes; se postraron rostro en tierra delante del trono y adoraron a Dios,
12. diciendo:
“¡Amén! La alabanza, la gloria, la sabiduría, la acción de gracias, la honra, el poder y la fuerza a nuestro Dios por los siglos de los siglos. ¡Amén!”
13. Entonces uno de los ancianos me preguntó:
“¿Quiénes son los que están vestidos de blanco? ¿De dónde vienen?”
14. Yo le respondí:
“Tú lo sabes, señor”.
Entonces me dijo:
“Son los que han pasado por un gran sufrimiento y han lavado sus ropas y las blanquearon en la sangre del Cordero.
15. Por eso están delante del trono de Dios, y día y noche le sirven en su templo; el que está sentado en el trono extenderá su
tabernáculo σκηνώσει (skenósei) verbo voz activa, modo indicativo, tiempo futuro, tercera persona del singular, traduce: extenderá su tabernáculo. Viene del verbo σκηνόω (skenóo), que significa plantar su tabernáculo, extender su tabernáculo, habitar, morar. De este verbo se deriva el sustantivo, σκηνή (skené) que significa tienda, cabaña, choza, enramada o tabernáculo. En el Nuevo Testamento, el sustantivo resalta la idea de tabernáculo en relación con el lugar tan significativo que menciona el Antiguo Testamento. El tabernáculo representaba la casa, morada de Dios, cuando el pueblo de Israel estuvo peregrinando en el desierto. Perspectiva teológica de un Dios caminante, un Dios peregrino que acompaña al pueblo en la dinámica de su historia, es por eso que el profeta Natán no permitió que David hiciera un templo formal para Dios, porque para el profeta Dios es dinámico, habita en tabernáculos (2 Samuel 7:1-6), como símbolo de acompañamiento al pueblo. En caso de guerra, si los enemigos atacaban las tiendas, también se afectaba la tienda de Dios, lo cual indica que el tabernáculo como presencia de Dios, mostraba la solidaridad de Dios con su pueblo.
sobre ellos.
16. Nunca más sentirán hambre ni sed, ni jamás los quemará el sol ni les molestará el calor.
17. Porque el Cordero que está en el trono los pastoreará y los conducirá a fuentes de agua viva, y