Devocional

Amemos la ética de Cristo, no las ideologías de este mundo

1 Juan 2:15-16.

“Les doy una orden precisa: No amen al mundo, ni a las cosas e ideologías que están en el mundo, si alguno de ustedes ama al mundo y se compromete con él, el amor sacrificial de Dios en Jesucristo no está en esta persona. Pues todas las cosas pecaminosas que hay en el mundo: las pasiones estimuladas por los deseos sexuales, los deseos causados por el sentido de la vista y la arrogancia vanidosa exhibicionista fruto de los placeres de la vida, estas cosas no provienen del Padre sino que son del mundo.”

“Queridos hijos/hijitos míos”: expresión característica del anciano para dirigirse a sus lectores al iniciar el capítulo dos. Un tono de ternura, pues ya es anciano y la sabiduría emerge de su mente consciente. Expresa gran preocupación a causa del problema creciente en su comunidad de creyentes.  

Hacia el año 100 d.C. había acontecido muchas situaciones en la iglesia, sobre todo en una comunidad como Éfeso. Muchos de los miembros de la iglesia eran ya cristianos de la segunda o la tercera generación. La ilusión de los primeros días había pasado, por lo menos hasta cierto punto.

En los primeros días del cristianismo hubo gloria y esplendor. Luego, con el correr del tiempo se había convertido en una costumbre tradicional, medio sincera, nominal. Quizás los estándares exigidos por el cristianismo eran muy pesados y fatigosos; pues es una ética que demanda una separación del sistema de creencias establecido.

En la actualidad resulta tan similar esta descripción de personas que profesan una fe sin un razonamiento crítico y ético en Cristo, que las cosas de las cuales nos advierte Juan no nos son ajenas ni distintas. Mas bien, forman parte del sistema político y religioso de nuestro siglo, son víctimas del medio ambiente en el cual radican. Y las agendas e ideologías impuestas por la sociedad política impiden el crecimiento de una iglesia que ame a Dios a través de Jesús, su ética y pasión.

Las discordancias emocionales de algunos miembros los arrastran a un pozo de confusión y pérdida de identidad. Y esto, a la vez desfigura y distorsiona el evangelio. ¿Cuál es la razón? Aman el sistema mundano más que a Dios. Y prefieren satisfacer su propio ego, orgullo y vanagloria sintiendo de esta manera que están en busca de su felicidad y olvidando por completo el amor sacrificial de Jesús por los demás.

Amar la ética de Jesús es simple, pues él ya pagó por todos y reconcilió al mundo con Dios. Vivimos en el mundo, pero no nos podemos dejar arrastrar por sus ideologías y modismos que degradan a la juventud, la moralidad, la familia, la sociedad y a la iglesia de Dios. Amar a Dios y amar a nuestro prójimo es fácil pues el amor trae consigo felicidad, gozo, alegría y vida. Contrario a lo expuesto como bueno y válido en nuestra sociedad de consumo y egoísta, en donde solo importa un individuo en particular y nos venden muerte a través de conceptos abortivos destructores de vida. Las familias se desintegran y los valores van desapareciendo con cada anciano que muere. La injusticia social, la inseguridad, la falta de solidaridad aumenta la caída de las comunidades de creyentes. Pues estos cambios forzados afectan la vida de jóvenes y adultos en las iglesias. Juventud, divino tesoro, no permitas que las agendas ideológicas y distracciones que están en el mundo te arrastren a una vida lejos del amor de Dios.

Créditos:

Por: Rafael Merilio Cruz

Nacionalidad: Estados Unidos.

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