Jairo, ¡Vuelve a brillar!

Marcos 5: 21-43 Mirar al pasado no suele estar mal, siempre y cuando ese pasado no cause dolor en nuestro presente; si lo hace, es porque hay un problema que debe ser atendido y solucionado para continuar nuestro camino y alcanzar el futuro.

Cuántas personas hoy recuerdan grandes hazañas, logros o una vida de éxito, pero por algún motivo ya no lo experimentan y solamente quedan rastros de aquella vida plena, recuerdos de lo que un día fue.

Marcos 5: 21 – 43 nos relata la vida de un principal llamado Jairo, su nombre significa él que ilumina; un principal conocido por todos, aquel maestro que traía conocimiento y lo compartía, un hombre reconocido, influyente y de gran respeto en su comunidad.

Pero en este relato Jairo lleva una aflicción, pues por alguna circunstancia que no previó, se encuentra en una crisis. No sabemos cuándo apareció ni cómo, pero sí sabemos lo que causó esta aflicción, ya que lo que más amaba y daba sentido a su vida estaba muriendo, ¡su hija! Una niña que por mucho tiempo cuidó, alimentó, protegió, educó y vio en ella su esperanza futura, sin embargo, ahora ella está muriendo y no importa lo que haga… no puede ayudarla.

Quizás algunos estén como Jairo. Por muchos años todo iba bien, un buen liderazgo, un gran ministerio, un talento impresionante que te llenaba de satisfacción, te sentías al máximo, gozoso de lo que lograbas, pero de un momento a otro vino una crisis, una enfermedad, problemas económicos o una mala decisión. Y a partir de este hecho empezaste a descuidarte, a desgastarte, perdiste las fuerzas, el desgano te invadió, te llevó  a enfermar y el tiempo no te sanó o restituyó. A tal punto que aquello que te daba motivos para vivir se está apagando, no hay ganas de luchar, tratas de buscar ayuda para que alguien pueda sanarte como a la hija de Jairo… pero no lo encuentras.

Y te toca mirar al pasado y decir “yo era un buen líder”, “tenía un gran talento”, “un ministerio”, “era el que oraba fervientemente”, “cantaba con todo el corazón”, “servía incondicionalmente”, “enseñaba apasionadamente” y ahora sólo ves un vacío en tu vida. Posiblemente intentaste, al igual que Jairo, buscar ayuda en alguien diciendo: “Mi hijita está agonizando; por favor, acompáñame donde ella para que le impongas las manos y así sea sanada y siga viviendo” (V.23) y en vez de ayuda escuchaste la voz de desánimo de otros diciendo: Tu hija murió (V.35).Se acabó lo que eras, se acabó tu tiempo, se acabó tu temporada de liderazgo, tu pasión, tu adoración ya no volverá más. Y posiblemente has creído en esas voces y te has convencido, pero la mejor actitud es la de Jesús: “no hizo caso a la noticia que trajeron de la casa de Jairo y lo tranquilizó diciendo:  No te preocupes, mantén tu fe” (V.36).

Y aunque a tu alrededor escuches un alboroto de personas llorando y diciendo: “antes fuiste excelente”, “ya pasó tu tiempo”, Jesús nos da una palabra de esperanza: no está muerta, apenas duerme (V.39).

Esta es la esperanza, en Jesús revivimos nuestros sueños, nuestros anhelos, nuestros proyectos, nuestro sentido de vida, y aunque hayamos caído ante las crisis, o malas decisiones, Él nos toma de la mano y nos dice: ¡Levántate! (V.41),hoy aquello que amabas, el Señor lo levanta, lo vuelve a la vida.

CONCLUSIÓN:

Quizás alguna circunstancia nos hizo tropezar y pensamos no poder levantarnos y empezamos a morir y preferimos escuchar las sentencias de los demás. Pues Jesús nos devuelve a esa niña (vida) que tanto amamos. Y nos da una última indicación: dale de comer (V.43). En simples palabras, no descuides esa vida que se te ha devuelto, esa pasión, esa intimidad, haz que crezca más y más alimentándola cada día.

¿Te encuentras en una situación de pérdida o nostalgia por algo del pasado? ¿Dónde buscas ayuda? Recuerda que en Jesús siempre hay vida plena y abundante para quienes recurren a Él.

Créditos:

Por:  Abner J. Ariza Vega

Nacionalidad: Perú.