Hábitos para vencer la ansiedad

Texto: “¿Qué ganan con estresarse? ¿Acaso lograrán aumentar su tiempo de vida? (Mateo 6:27 TCB)

A todos nos ha pasado, la mente se llena de preocupaciones, el corazón late rápido y parece que el mundo se estrecha en un solo problema. La ansiedad aparece cuando menos lo esperamos: una noticia, un pendiente que no hemos podido resolver, una conversación incómoda que no sabemos cómo manejar. En medio de todo eso, queremos una salida clara. En el Sermón del Monte, Jesús nos habla de vivir de una manera distinta, no como quien se ahoga en las circunstancias, sino como quien camina con confianza. Hoy miramos a Mateo 6, donde Jesús nos invita a poner nuestra mirada en lo esencial y a confiar en Dios con hábitos simples pero poderosos.

En Mateo 6:25-34 Jesús empieza diciendo: ¿Qué ganan con estresarse? No significa que ignoremos las responsabilidades, sino que se trata de que no permitamos que la preocupación constante nos quite la paz. Él señala que, si Dios cuida de las aves y viste los lirios del campo, ¡cuánto más cuidará de nosotros! Esto no es una promesa de irresponsabilidad, sino un llamado a la confianza activa: hacer lo que podemos y dejar el resto en las manos de Aquel que nos ama.

Cuando ponemos a Dios en primer lugar, las prioridades se ordenan, te lo aseguro. La ansiedad se alimenta del deseo de control total y nos preguntamos: “¿Qué pasará si…?” Jesús propone un enfoque: buscar primero la justicia, la bondad y la cercanía con Dios, y todo lo demás se añadirá. Este hábito no es dejarlo todo al azar, sino reorganizar nuestros esfuerzos para que el amor de Dios guíe cada decisión (Mateo 6:33).

Además, en el Sermón del Monte, se plasma una promesa extraordinaria, la oración se convierte en un puente entre la realidad y la fe. Jesús invita a orar con honestidad: reconocer nuestras necesidades, agradecer por lo que ya tenemos y confiar en la bondad de Dios. Una práctica sencilla es respirar, reconocer el miedo, agradecer al menos por una cosa buena y entregar la carga a Dios. Esto no resuelve todos los problemas de inmediato, pero transforma la relación con la ansiedad: pasa de ser un peso que nos aplasta a una conversación con quien cuida de nosotros.

La ansiedad no se vence por una promesa vacía, sino por hábitos que fortalecen nuestra fe y nuestra vida cotidiana. Jesús no propone una vida sin problemas, sino una vida con una brújula viva: el amor de Dios que cuida, el reino de Dios que guía nuestras prioridades y la oración que nos devuelve la paz. Podemos empezar hoy con pasos pequeños y reales, por eso te invito a identificar una fuente de ansiedad, orar acerca de ella, y hacer una acción concreta alineada con el reino de Dios.

Reflexionemos juntos y hagámonos la siguiente pregunta: ¿qué te está quitando la paz en este momento? ¿Qué necesitas dejar ir, delegar o pedirle a Dios? Toma un momento para respirar, mirar al cielo o cerrar los ojos, y decirle a Dios, con palabras simples, lo que te preocupa. 

En palabras de Jesús en el Sermón del Monte, no estás solo en la lucha contra la ansiedad. Él nos recuerda que nuestra vida está sostenida por un Padre que cuida de los detalles, que viste de manera hermosa a los lirios y cuida de las aves. Si a veces sientes que no puedes, recuerda: Dios está contigo, y cada día es una oportunidad para vivir con confianza, paso a paso, en su amor. 

Querido/a amigo/a, que este devocional te anime a practicar hábitos simples, a confesar tus miedos ante Él y a caminar con la certeza de que eres amado, cuidado y protegido.

Claudia Sánchez / Chile