EL AMOR ÁGAPE DE JESÚS

Texto: “En efecto, de tal manera amó Dios al mundo, con amor sacrificial, que entregó a su Hijo, el Unigénito, para que todo aquel que cree en Él, no se pierda, sino que tenga vida eterna” Juan 3:16

El mes de febrero es conocido en gran parte del mundo como el mes del amor, celebración que aprovecharemos como una oportunidad perfecta para reflexionar sobre el amor ágape, el amor más puro, profundo y desinteresado; es el amor que Dios mostró a la humanidad al enviar a Su Hijo, Jesucristo, como el máximo sacrificio de redención. En este mes, más que celebrar un amor temporal, te invito a recordar y reflexionar conmigo sobre cómo el amor ágape de Jesús impactó al mundo y cómo podemos vivir en ese mismo amor.

Una de las palabras que más se mencionan en la Biblia es el amor, sin embargo, para entenderlo y distinguirlo, es necesario llevar nuestro corazón hacia lo profundo del amor de Dios que es verdaderamente incomparable. 

Son tantas las enseñanzas que nos dejó Jesús, una de ellas es la resurrección de Lázaro. Juan capítulo 11:33 relata que María lloraba intensamente por la pérdida de su hermano, dice que «Jesús, al verla llorando, y a los judíos que la acompañaban, también se entristeció profundamente en su espíritu y se angustió». Aunque sabía que resucitaría a Lázaro, Jesús se conmovió profundamente y compartió el dolor que estaban sufriendo sus amigos. Con su poder, le devolvió la vida a su amigo Lázaro, demostrando con ello que su amor no solo nos acompaña en el sufrimiento, sino que también nos da esperanza y restauración porque se trata de un amor que consuela y da vida.

Jesús manifestó el amor ágape a cada momento, en cada situación y en cada paso de su caminar terrenal. Mateo 14:14, dice: «Y saliendo Jesús, vio una gran multitud, y tuvo compasión de ellos, y sanó a los que estaban enfermos». Su compasión, su empatía, su dolor y compromiso no solo se demostraba con palabras de consuelo, sino que su amor ágape lo mostró numerosas veces en grandes milagros, sanando a todos cuantos se acercaran a Él pidiendo misericordia, salvando y restaurando vidas. Ese mismo amor está disponible hoy para ti, Dios está a tu lado, ve y siente tu dolor y te ama con su amor eterno y sacrificial. 

Sin embargo, sabemos que la mayor expresión del amor ágape de Jesús fue su sacrificio en la cruz. En ese madero, no solo debió soportar el dolor físico más cruel, sino que, al cargar el peso de nuestros pecados, enfrentó el abandono, la humillación y el rechazo para que nosotros pudiéramos ser reconciliados con el Padre.

Su gran amor no tuvo condiciones, no pensó en si éramos o no fieles, si teníamos buenas obras o si habría algún mérito en nuestro actuar, sino que fue completamente inmerecido. Jesús entregó su vida por aquellos que le daban la espalda, por los que le despreciaban, incluso por aquellos que aún no lo conocían. Su amor no esperó que fuéramos dignos, porque en realidad nunca podríamos serlo por nosotros mismos o por nuestro propio esfuerzo.

Hoy, al meditar en este amor ágape de nuestro Señor Jesucristo, preguntémonos: ¿Estamos respondiendo a ese amor sacrificial con entrega y gratitud? ¿Estamos viviendo de manera que honremos su sacrificio? 

Que este devocional no sea solo un recordatorio más, sino un llamado profundo a despertar, a rendir nuestra vida cada día en gratitud y a abrazar con gozo ese amor inmerecido. Él nos amó primero, por eso en este mes del amor, celebremos con corazones rendidos el más grande amor sacrificial que podemos experimentar: el amor eterno de Jesús.

Loifa Tse / Puerto Rico