Ββ (beta)
βασιλεία (basileía) sustantivo femenino, primera declinación, primera sección, en caso nominativo singular, traduce, el reino. El reino, es el mensaje central en la enseñanza de Jesús, e inclusive es el contenido del Evangelio. El término reino tiene antecedentes en el Antiguo Testamento y en la literatura rabínica. En el Antiguo Testamento se usa la expresión hebrea מלכוּת “malkut”, significa reino. Las Escrituras judías concebían a Dios como rey, y su reinado se fundamentaba en la soberanía y autoridad, estaba por encima de un territorio o lugar geográfico. El reinado político de Israel a través de los reyes era una expresión del reinado total de Dios, es por eso, que en el Antiguo Testamento se concebía al rey humano como un embajador o representante de Dios en la tierra, y eso mantuvo viva la teocracia judía, el rey gobierna en nombre de Dios.
Varias líneas teológicas se aprecian en el Antiguo Testamento que reflejan el reinado de Dios como la paternidad de Dios con el pueblo, en su poder, Dios libera al pueblo de la esclavitud, posterior a la libertad, se establece un marco jurídico legal que contiene las promesas de su reinado escatológico.
En el período intertestamentario, la literatura rabínica con el tema del reinado de Dios se fue perfeccionando en la figura del Mesías. No era Dios, sino un Ungido por Dios, él gobernaría en nombre de Dios. La misión del Mesías en la literatura rabínica dice, que él va a asegurar una estabilidad política, económica y militar en Israel. El Ungido debía venir de la descendencia de David, rey que simboliza el mejor gobierno y un buen rey que había tenido Israel.
Con esta concepción mesiánica, en los tiempos de Jesús, se levantaron varios grupos religiosos, entre ellos, los “zelotes” que concebían un reino netamente político y miliar, ellos aspiraban destruir el imperio romano a través del Mesías. Cuando surge Jesús en la historia, una parte del pueblo lo asoció con la figura política mesiánica. Una de las formas de identificarlo es a través de señales que haría, eso permitió que Jesús fuera identificado como el Mesías, por las señales que realizó.
Jesús presentó un mensaje muy diferente del reino al que ya tenían los judíos. El mensaje de Jesús y la mejor definición del reino la encontramos en Lucas 17:20-21, presenta el reino como “un don, regalo que viene de Dios y se encarna en el interior de cada persona de buen corazón, transformando a esta persona, acción que permite adquirir un compromiso social y comunitario, en unidad con los demás que han sido transformados por el reino y proyectar una regeneración social.” En esta cita, para Jesús el lugar original del reino es el interior del creyente y se evidencia en el exterior. La persona adquiere compromiso social a favor de la justicia. En esta definición, Jesús habla de las dos dimensiones del reino, la primera es de carácter individual y personal se vive en el interior, en el corazón; la segunda es comunitaria, en relación con los demás, ya que el verdadero creyente es parte de una comunidad llamada Iglesia, ella adquiere un compromiso de transformación a favor de la sociedad.
- Citas Bíblicas: Mateo 13:24
βασιλείας (basileías) sustantivo femenino, primera declinación, primera sección, en caso genitivo singular, traduce, del reino, viene del nominativo βασιλεία (basileía). Véase βασιλεία (basileía)
- Citas Bíblicas: Marcos 4:11
Βεελζεβούλ (Beelzeboúl), sustantivo masculino de la tercera declinación, caso nominativo singular, traduce, señor de las moscas. El nombre griego, es una transliteración directa del arameo, la palabra aramea se compone de dos raíces בַּעַל זְבוּב (Baal Zebub), literalmente significa “el señor de las moscas”.
Su origen se remonta a la cultura cananea, ella heredó de los pueblos nómadas de la Antigua Mesopotamia, el nombre de un Dios, que antiguamente era conocido como Anu, significaba el Señor de los cielos. Un dios que se convirtió en la divinidad de varios pueblos que habitaban la región de Canaán. A la raíz Baal, que traduce “Señor”, se agregaron adjetivos, por ejemplo, el señor del bronce, el señor del cielo, el señor de la agricultura, el señor de la fertilidad y el señor de los pantanos, de los charcos, lugar donde habitaban las moscas, también puede ser entendido como el señor de los ríos, con esta perspectiva, nace el término Baal Zebub. En lengua aramea, se denomina Baal, con el significado de “Señor de las moscas”. En un inicio, no tenía la connotación de una divinidad mala, más bien, era una divinidad territorial, venerada en una región específica. Posteriormente, con la influencia griega, aproximadamente en el siglo III a.C., en el monoteísmo judío y el cristianismo primitivo, la palabra adquirió la connotación de un personaje malo, una figura maligna, tal como se concibe actualmente.
- Citas Bíblicas: Mateo 10:25; Marcos 3:22
βλασφημήσῃ (blasfemése) verbo voz activa, modo subjuntivo, tiempo aoristo, tercera persona del singular, viene del verbo βλασφημέω (blasfeméo), que traduce: blasfemar, difamar, injuriar, hablar contra, insultar. Véase Βλασφημία (blasfemía)
- Citas Bíblicas: Marcos 3:29
Βλασφημία (blasfemía) sustantivo femenino, primera declinación, primera sección, caso nominativo singular, traduce, blasfemia, ultraje, mentir. El trasfondo histórico del término Βλασφημία se encuentra en los pueblos antiguos. En muchas culturas teocráticas, en Israel y en pueblos circundantes a Israel la blasfemia era un delito grave, penalizado, hasta con la pena de muerte. En la antigua Mesopotamia, en su código de Hammurabi, promulgado hacia el año de 1250 a.C., en las 282 prescripciones, constaba el delito de la blasfemia. Según el código y otras leyes antiguas, aprobadas durante el siglo XIII a.C. la blasfemia consistía en dirigir o proferir palabras injuriosas y calumniosas contra la divinidad; la persona que incumplía esta ley ameritaba el castigo de la muerte.
El Antiguo Testamento concibe la blasfemia de la misma forma que las culturas cercanas al pueblo de Israel. Levítico 24:10-23, nos muestra un ejemplo del castigo de quien incurría en la blasfemia, acción que fue penalizada con la pena de muerte, a través de una lapidación; la cita describe a un joven que dijo palabras calumniosas contra Dios. Cita que nos indica que las leyes antiguas judías contemplaban la blasfemia como un delito público, y ejercían castigo público, muy severo.
En el siglo III a.C. con la influencia griega, y posteriormente romana, se mantuvo la misma idea del delito de la blasfemia, es decir, palabras dirigidas contra la divinidad. Pero, el delito, se tipificó de manera más profunda, y se estableció dos tipos de blasfemia, la directa y la indirecta. La blasfemia directa, consistía en acciones o palabras dirigidas a la divinidad, y blasfemia indirecta, se consideraba proferir palabras y acciones, dirigidas al santuario o calumnias contra un sacerdote que representa la divinidad.
En el siglo I d.C., antes de la formación de los Evangelios y de los escritos neotestamentarios, la Iglesia primitiva adoptó el concepto de blasfemia igual que la concepción greco-romana. A los dos tipos de blasfemia, añadió un tercer tipo, el cual consistía en la actitud del creyente, es decir, “cerrar el corazón, impedir con su actitud que la acción de Dios obre en su vida”, no permitir que el Espíritu Santo realice la obra salvífica en el corazón; acción divina que obra al arrepentimiento, permite vivir la obra pascual y cumplir con la ética de Jesucristo en nuestras vidas. De tal manera, el concepto de blasfemia y su consecuencia en el Nuevo Testamento y en los escritos de los Padres de la Iglesia nos dice que podría ser perdonado. Si era de forma directa o indirecta, incluso si se dirigía al Hijo de Dios, pero cuando la blasfemia se dirigía al Espíritu Santo, aunque no fuera con palabras y la persona negaba la acción de Dios por medio del Espíritu en su vida, cerraba las puertas a la conversión, la consecuencia era la condenación.
Por ello, la blasfemia contra el Espíritu Santo consiste en cerrar la posibilidad de la obra del Espíritu Santo en el creyente, no permitir la interiorización del evangelio que lleva a una transformación de vida, ya que el Espíritu tiene la función de convencer de pecado, de justicia, de juicio; si el creyente no tiene conciencia de ello, no tendrá un arrepentimiento genuino e imposibilitará el perdón.
- Citas Bíblicas: Mateo 12:31