Cornelio: Un Padre que inspira

Texto: “En Cesarea, había un romano llamado Cornelio, … él era un hombre bueno, devoto, que amaba a Dios, con toda su familia, y siempre ayudaba a los necesitados y oraba constantemente” (Hch. 10:1-2 TCB).

Escuchaba una canción cuya letra dice: “yo quiero ser como tú, porque él quiere ser como yo”. Me llamó la atención esta parte, porque nos invita a reflexionar sobre nuestro papel como padres y nos señala el camino correcto para que nuestra experiencia paternal vaya en la dirección adecuada. Es fundamental, para cumplir con nuestro rol, encontrar la “receta” apropiada que nos permita ser efectivos en la tarea que Dios nos ha confiado.  Dios en su sabiduría, no nos asignó una labor difícil al pedirnos enseñar a nuestros hijos. Por el contrario, nos entregó mentes frescas, moldeables, dispuestas a aprender y fáciles de llenar con buenos valores y enseñanzas.

En Hechos 10, nos encontramos con un padre que, aunque poco asociado con la paternidad, es magistralmente descrito por Lucas: Cornelio. Este centurión romano, conocido en la ciudad de Cesarea, nos revela un ejemplo de un hombre que, más allá de su posición militar, buscaba sinceramente a Dios y mostraba una devoción genuina. Su historia nos invita a reflexionar sobre cómo la verdadera paternidad trasciende los títulos y las apariencias externas; es un compromiso profundo de corazón, una entrega constante a la voluntad de Dios.

En su vida personal había rasgos que el escritor de Hechos describe y que nos ayudan a encontrar la clave para que la experiencia como padres sea fructífera. Analicemos algunas de estas cualidades:

• Hombre bueno: A pesar de ser un soldado romano, conocido por su estricta disciplina, encontramos en él a un hombre que demostraba una verdadera bondad.
• Que amaba a Dios: Ser un devoto religioso puede parecer sencillo, pero ser un verdadero devoto que realmente ama a Dios, es otra historia. Este atributo distingue a quien teme y reverencia a Dios con sinceridad, entendiendo que su vida, sus pensamientos y sus sentimientos deben enaltecer a Dios. Es tener muy claro el mandamiento: “Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma y con toda tu mente”. 
• Ayudaba a los necesitados: no eran solo palabras, sino hechos concretos. “ y amarás  a tu prójimo como a ti mismo”
• Oraba constantemente: una persona que está constantemente en la presencia de Dios, sin duda refleja su gloria. 

Todos estos rasgos en Cornelio tuvieron fruto; su devoción trascendió a su familia, empleados y vecinos. Hechos 10:24 nos muestra que no se guardó la bendición de la visita del siervo de Dios solo para él, sino que la extendió a toda su familia y amigos.

El ejemplo de Cornelio, como nos lo presenta Lucas, nos desafía a reflexionar sobre quiénes somos como padres. Sus cualidades nos confrontan a adoptar esas mismas virtudes, recordándonos que Dios “da gracia a los humildes”.

Aunque en mi caso ya terminé mi tarea y mis hijos son adultos, sigo creyendo en el privilegio de moldear corazones llenos de inocencia, formando hombres y mujeres útiles para toda buena obra. Podemos convertirnos en piedras preciosas en los cimientos de sus generaciones, sembrando con nuestra vida las semillas correctas en un mundo ciego y desorientado.

El Señor Jesús no sólo llama a ser padres que conduzcan a sus familias a una vida piadosa, sino a reflejar ese amor a Dios y al prójimo, inspirando a nuestros hijos a brillar en Cristo. Padres, recuerden que no estamos solos; contamos con la ayuda del Espíritu Santo. Te invito a seguir el ejemplo de Cornelio, cultivando cualidades que agradan a Dios, y Él estará con nosotros y en nosotros.  ¡Que Dios les bendiga abundantemente!

Carlos Arancibia, Chile