Devocional

MUJER, SIN QUERERLO ERES MINISTRA

Texto: Había en Jope una discípula que se llamaba Tabitá, su nombre griego era Dorcas, que significa “Gacela”. Ella siempre hacía buenas obras y ayudaba a los pobres y necesitados. (Hechos 9:36-43 TCB).

La Iglesia universal ha dado importancia a reconocer que nuestra historia no siempre ha sido triunfal y gloriosa. También episodios oscuros han traspasado la luz de Dios que portamos. Uno de esos episodios es el silenciamiento de voces que siempre se han visto marginadas y opacadas por la figura del varón. En ese sentido, Jesús denunció eso y también promovió las voces de marginados como las mujeres. 

Aunque el Señor le da a la mujer un lugar de honor a su servicio, siempre hemos vuelto a las viejas prácticas de silenciamiento, reservando los sitiales de poder, presencia y reconocimiento a nosotros los hombres. Sin embargo, la historia de Tabitá o Dorcas nos dará una lección impresionante, en cómo tú, oh mujer, que anhelas servir a tu Dios, pero estás frente a una estructura que te limita con sus ritos y nombramientos oficiales, eres sin quererlo una ministra autorizada y respaldada por Dios y su pueblo, el que realmente importa. 

El relato de hechos es sencillo y directo, Tabitá es una cristiana piadosa que demostraba su fe ayudando siempre a pobres y necesitados. Le llega “su día” para retornar a la casa del Padre, la gente llora mucho su partida, incluso el mismo Apóstol Pedro acude a su funeral. Encontramos un versículo que dice: ‘De inmediato, Pedro se fue a Jope con ellos. Al llegar, lo llevaron a donde estaba el cadáver de Tabitá; y muchas viudas se acercaron a Pedro llorando, y le mostraban los vestidos y los mantos que Dorcas les había hecho cuando aún vivía’ (Hechos 9:39 TCB)

Quienes lloran a Tabitá son “simples y desamparadas viudas” que fueron acogidas y protegidas por ella. ¿Estamos entendiendo a lo que intento llegar? ¿Qué es el trabajo ministerial, pastoral y apostólico, sino el ayudar, cuidar y anunciar no solo con palabras sino con obras el mensaje del Evangelio que transforma toda la existencia humana?

Aunque es difícil concluir fehacientemente, hay mucha evidencia de que el rol de la mujer en las primeras comunidades cristianas no estaba relegado a la primacía masculina. Las primeras comunidades comprendieron y pusieron por obra el mensaje liberador de Jesús, y tal como anunciaron los apóstoles: “En cristo, ya no hay libre ni esclavo; hombre o mujer”. 

Y aunque hoy día, estemos volviendo a esa relegación de roles, el papel de la mujer en la cotidianidad de nuestras iglesias locales es evidente: tenemos a un pastor hombre predicando a 100 personas, de las cuales, 10 son hombres y 90 mujeres; organizamos una actividad y las mujeres cargan objetos pesados; cuando salimos a evangelizar son más mujeres las que salen; cuando predican Dios las respalda. 

Las viudas que lloraron a Tabitá, con el importante detalle que llevaban los mantos y vestidos que ella les había confeccionado, son el testimonio de su fe, servicio y amor de Tabitá, que, como mujer en una sociedad muy jerárquica y patriarcal, sin quererlo o pensarlo, era ministra. 

Hermana, tú que te sientes limitada a veces por las condiciones que impone quizás la Iglesia, tu familia o tú misma, únete a aquellas que junto a Tabitá, sin quererlo, son ministras del Reino Celestial. Su importancia y papel dentro de la iglesia es invaluable, Dios está viendo y considera tu servicio. Que te lloren, no porque tenías un nombramiento sin obras concretas del ministerio cristiano, sino como Tabitá, que sin quererlo, como mujer, era una ministra. 

Jafet de León  /  Guatemala 

Comparte la bendición:

Dejar una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *