PARA RECORDARLA

Texto: “En verdad les digo: dondequiera que se predique el Evangelio en todo el mundo, también se contará lo que ella hizo para recordarla” (Marcos 14:9 TCB).

Nuestro tejido histórico está colmado de acontecimientos, cada uno de sus hilos está compuesto de relatos particulares y significativos para la existencia individual y comunitaria del ser humano. 

En el caso particular de la mujer los hilos de sus experiencias vitales nos muestran su lucha constante a través del tiempo, contra aquellas barreras socioculturales, que han buscado ocultar sus rostros, silenciarlas, dejar por menos e incluso desaparecer su accionar como un sujeto activo y digno de reconocimiento dentro de su contexto. 

A pesar de todos los esfuerzos por soterrar la presencia de la mujer, sus gritos silenciosos han dejado un eco que aún resuena, sus actos disruptivos han marcado una huella profunda que no ha podido ser borrada. Realidad que nos abraza en nuestro hoy al igual que aquellas mujeres que figuran en el entretejido del texto bíblico. 

Me gustaría junto a ustedes reflexionar y recordar, a aquella mujer de Betania, la cual quizás llena de temor, por todos los estigmas sobre su ser, pero movida por algo mucho más grande que incluso sobrepasaba su entendimiento, no dudó en irrumpir en la casa de Simón el leproso, acercarse a Jesús, quebrar el frasco que contenía aquel perfume de alto valor monetario y derramarlo sobre su cabeza. Los comentarios de indignación no tardaron en levantarse ante aquel acto “tan reprochable” ¡cómo era posible que se hubiera atrevido a tanto! 

Solo puedo imaginar lo que fue ese momento para ella, quizás los rostros de los demás se desdibujaron, sus críticas se disiparon en el entorno; solo era ella ante el Maestro, el único que la identificó, que supo reconocer su valor, que al ver su accionar no la reprochó, sino por el contrario, levantó argumentos a su favor, tal como lo evidencia Marcos 14:6-8 

Pero Jesús dijo: – Déjenla tranquila, ¿por qué la molestan? Ella tuvo una linda actitud conmigo. Ustedes siempre tendrán a los pobres cerca, y podrán ayudarles cuando lo deseen, pero a mí no siempre me tendrán. Lo que ella hizo fue muy significativo, se anticipó ungiendo mi cuerpo para la sepultura. 

El acto de esta mujer fue perturbador para quienes se encontraban en aquella casa, pero ninguno de aquellos que tenían tan cerca a Jesús pudo darse cuenta de lo preciado de su presencia, solo ella pudo identificar lo relevante de aquel encuentro. Y sobre cualquier barrera que en aquel momento estaba levantada ante ella, no vaciló en pasarlas por alto y derramar lo mejor de sí, ante aquel que la había dignificado frente a sus detractores. 

Entre las diversas ocupaciones de nuestra vida diaria, hay ocasiones en que somos como aquellas personas, nos ensimismamos en todas las demandas que tenemos que atender y olvidamos por completo la presencia de Jesús en nuestras vidas, se encuentra sentado en nuestra mesa, pero nuestra actitud no es la apropiada. Debemos ser como esa mujer, ir por sobre aquello que quiere desviar nuestra atención y priorizar esa compañía de nuestro Salvador; debemos encontrarnos con su amor y responder a ese amor. 

Así como en aquel tiempo, nuestra realidad actual nos invita a cada una de nosotras a ser generadoras de cambio, a seguir perpetuando ese mensaje que transforma la existencia humana; para que así cada una de nuestras acciones, con nosotras mismas, con nuestro prójimo y con nuestro entorno sean significativas. En verdad les digo: dondequiera que se predique el Evangelio en todo el mundo, también se contará lo que ella hizo para recordarla (Marcos 14:9).

Yuri Nieto Flores  /  Ecuador