Devocional

Creo, luego existo. 

Texto: 2 Corintios 5:7, “Pues andamos por fe y no por vista” (TCB).

En cierta ocasión leí una frase del teólogo John Piper que dice: “la fe no se trata de tener pruebas, se trata de confiar en un Dios fiel”. Su reflexión me trajo a la memoria la vez que con un equipo de misioneros fuimos de cruzada al Perú. En nuestro trabajo de evangelismo, en una oportunidad visitamos el hospital de la ciudad de Cusco y allí conocimos a una mujer que había tenido un accidente de tránsito. En su historia, ella nos relataba que el accidente le provocó daños en el lóbulo temporal, por lo que había perdido gran parte de su memoria. 

Con gran pesar, nos compartió que tenía una familia que, según lo que había escuchado, profesaba la fe cristiana, pero lamentablemente no recordaba nada de su pasado. Sin embargo, desde el accidente, su esposo se empeñó en acompañarla y visitarla diariamente en el hospital, relatándole detalles sobre su vida. Confiando en las narrativas de su esposo, ella creyó en cada palabra, pues él estaba empeñado en ayudarla a recuperar la memoria. Su determinación y carácter convincente la mantuvieron fiel a sus creencias.

Al igual que este esposo, Pablo también ejerció esta labor con la iglesia de los corintios. Él se esforzaba por recordarles su origen y el contexto que los rodeaba. En 2 Corintios 5:7, Pablo escribe: “Porque vivimos por fe, no por vista” (TCB). Ahora, la iglesia debía actuar coherentemente de acuerdo con su identidad. Vivir por fe era parte de su nueva naturaleza, confiando en un Dios que siempre permanece fiel.

La fe que Pablo menciona nos proporciona una identidad sólida, similar a la experiencia de esta mujer que, debido al accidente, había perdido su historia personal. Indudablemente es desgarrador sufrir la pérdida de la memoria de la noche a la mañana, encontrarse sin conocimiento de quién eres ni cuál es tu lugar en el mundo, es como no saber cuál es tu propósito en tu existencia. A pesar de ello, ella optó por creer y depositar toda su confianza en lo que le contaban, lo que le permitió descubrir nuevos aspectos de sí misma y reencontrarse con Dios. Esta historia nos invita a reflexionar sobre la capacidad que tiene la fe para otorgar esperanza y reconstruir nuestra identidad en medio de la incertidumbre y la pérdida.

Al igual que Pablo y este esposo ejemplar, Dios nunca nos abandona; su fidelidad es inquebrantable y su constancia es un claro reflejo de su amor infinito hacia nosotros. Incluso cuando nuestra memoria falla y olvidamos todos sus beneficios, cuidados, provisión y protección, Él está ahí para recordarnos que un futuro lleno de esperanza nos aguarda cuando depositamos toda nuestra confianza en Dios. La invitación hoy es a descansar en Él, recordando que es por medio de la fe que alcanzaremos la promesa de verlo un día. Que esta reflexión nos inspire a abrazar una vida arraigada en la fe, confiando en que Dios está siempre presente, guiándonos hacia un mañana lleno de bendiciones y plenitud.

Créditos:

Débora Dote

Chile

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