Devocional

Ven Señor Jesús…

            El evangelio de Juan es un evangelio espiritual, con una carga teológica que tiene como propósito que creamos que Jesús es el Cristo, el Hijo de Dios, para que creyendo tengamos vida en su nombre (Jn.20:30-31).  Y esa vida nos es impartida como resultado de nuestra unión con Cristo en el derramamiento del Espíritu Santo en nosotros, después de la glorificación de Jesús (Jn.7:37-39).  “El que cree en mí como dice la Escritura de su interior correrán ríos de agua viva.  Esto dijo del Espíritu que habían de recibir los que creyesen en Él”. 

              El Espíritu de verdad del cual Jesús nos habla en Juan 14:16-18, que rogará al Padre que envíe a nosotros, el mundo no le verá porque no es físico, es espiritual.  El que cree en Él le verá, porque lo experimentará desde su interior.  “Si alguien me ama, practicará mis enseñanzas y mi Padre lo amará, y estaremos con Él. “Y plantaremos nuestro tabernáculo “μονήν» (monén) (morada) (habitación) (sitio) (presencia) en Él”.  O sea, nosotros siendo uno con Él en este cuerpo de carne. Jesús está hablando eso antes de ir a la cruz, su crucifixión y resurrección es la que daría acceso a nuestra unidad con Él en el Espíritu. 

              Y es desde esa unidad con Dios en el Espíritu que nos llegan verdades que impactan nuestro interior (v.26).  El entender lo que Dios quiere decirnos, se convierte en una experiencia personal.  Experiencia que comienza a producir en y a través de nosotros la presencia de Dios que nos habita, y que de forma íntima nos va transformando, llevándonos a manifestar una vida que nos hace superar los límites de nuestra finitud cuando nos rendimos a Él.

             Pero ese conocimiento, no viene a través de la carne.  Es el Espíritu quien rasga el velo para que podamos ver e interiorizar la Palabra y la obra de Jesús, extrayendo principios y depósitos, de ese nuevo nivel de entendimiento que ahora hace posible que caminemos en Él.  Y digo “hace posible”, porque pudiéramos aun después de haber sido iluminados en nuestro interior optar por no obedecer, pero ese depósito que efectúa una metamorfosis en nuestro interior nos impele al cambio, a que comencemos a vivir desde esa nueva realidad presente en nosotros.  Y Jesús nos invita a creer para que se haga efectiva en nosotros esa unidad con Él. El Espíritu, Cristo, que mora en nosotros es esa vid de donde fluye toda la actividad y la obra que puede llevarnos a dar fruto de vida para llevar salvación, amor, misericordia, paz, gozo, identidad, justicia. Mostrando unidad, sacrificio, obediencia, respeto, identificación, hermandad, cuidados, protección, provisión… y del fruto de su plenitud tomamos todos, para glorificar su nombre; Cristo en nosotros.  El Espíritu que nos transforma. 

            En este periodo tan hermoso que se aproxima, donde tenemos la oportunidad de reunirnos en familia, con amistades, digamos, ¡Ven Señor Jesús! ¡Ven!  Ayúdanos a manifestar tu presencia continua en nuestra vida, a perseverar en la manifestación de nuestra unidad contigo.  A expresar amor, misericordia, a ver más allá de la apariencia, a ser sensibles a la necesidad material y espiritual de otros. A tender la mano, para que otros vean, para que otros crean, para que te anhelen, para que entiendan el mensaje del verdadero evangelio de Dios.  Un niño que ha nacido … el Hijo nos fue dado.  El Espíritu vive en nosotros.  ¡Ven Señor Jesús! Que tu presencia continua nos colme, que el fluir de tu Espíritu en nosotros se desborde desde nuestro interior, como ríos de agua viva, para que otros quieran beber de ella y exclamen también, ¡Ven Señor Jesús…!

Créditos:

Ileana Cruz

Puerto Rico

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