Devocional

¡Póngale sabor!

Texto: Mateo 5:13 (TCB) Ustedes son la sal de la tierra; pero si la sal pierde su sabor, ¿Cómo daremos sabor a la comida? Entonces, para nada sirve la sal, y será mejor botarla para que sea pisoteada por los hombres. 

¿Alguna vez te has detenido a pensar en la singularidad de la sal? Su capacidad para transformar y realzar el sabor de los alimentos, incluso en pequeñas cantidades, es extraordinaria. Y no solo eso, también su potencial para preservar, hasta el día de hoy, nos asombra. En tiempos antiguos, antes de la invención de los sistemas modernos de refrigeración, la sal desempeñaba un papel crucial. En el Antiguo Egipto, se han encontrado registros que indican que utilizaban la sal para conservar la carne y los pescados. Lo interesante es que no solo ayudaba a conservar los alimentos, sino que también se utilizaba en combinación con otros métodos, como el ahumado o el secado al sol, para prolongar la vida útil de las despensas.

Sabemos que la función más reconocida de la sal es realzar el sabor en el arte culinario. Un alimento bien sazonado es muy apreciado. Asimismo, nosotros, como creyentes, debemos condimentar el mundo que nos rodea con el amor de Cristo. Exploremos cómo podemos ser sal en nuestras comunidades, lugares de trabajo, hogares y en todas las esferas de nuestra vida diaria. Descubramos cómo nuestras acciones, palabras y actitudes pueden marcar la diferencia, llevando el amor a un mundo sediento de esperanza y de la luz de Cristo.

Otra característica de la sal es que transforma lo que toca, enseñándonos que nuestro trabajo, como seguidores de Jesús, es transformar vidas. Estamos llamados a ser agentes de cambio en un mundo necesitado de esperanza y redención. Que nuestras vidas sean testimonios vivos del poder transformador del Evangelio.

Sin embargo, una de las acciones poderosas de la sal es que también tiene la capacidad de preservar. En este punto, me gustaría invitarte a reflexionar sobre la capacidad que Dios nos ha dado para preservar la verdad del Evangelio. En un mundo lleno de relativismo y confusión moral, nosotros debemos ser guardianes de la verdad de Dios. Mantengamos firmes nuestros valores y principios, preservando la pureza del mensaje del Evangelio en medio de la oscuridad.

Químicamente, la sal no pierde sus cualidades y características, salvo que se mezcle o contamine con otro producto. Si esto sucede… ¿Cómo daremos sabor a la comida? ¿Si dejamos de ser la sal del mundo? ¿Si la persona pierde el comportamiento que demanda Jesucristo en el camino y se contamina con el mundo en el que vivimos, pero al cual no pertenecemos? Entonces, para nada sirve la sal, y es pisoteada por los hombres.

El llamado de Jesús a ser «la sal de la tierra» es una invitación a impactar el mundo que nos rodea con el sabor del amor, de la gracia y la verdad de Dios. Al igual que la sal en la comida, nuestra presencia y testimonio deberían realzar, transformar y preservar el entorno en el que vivimos. Por eso, la invitación de hoy es a ponerle sabor a tu entorno, a tu familia, a tus amigos, a tu matrimonio, al lugar donde te encuentres. ¡Ponle sabor!

Créditos: 

Fernando Arcos 

Ecuador 

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