Devocional

Dignidad para Todos: Siguiendo las Huellas de Jesús

Texto Bíblico: “Y muchas personas se acercaron donde Jesús, y también vinieron muchos cojos, paralíticos, ciegos, mudos y otras personas con otros tipos de dolencias, y los pusieron a los pies de Jesús, y Él los sanó”. (Mateo 15:30 TCB).

¡“Y Él los sanó”! ¡Qué maravilloso¡

Jesús deja la región de Tiro y Sidón para llegar al mar de Galilea. Llegó a Galilea, la tierra de los Gentiles. ¿Casualidad? No. Este era un lugar donde habitaban judíos, pero su población mayor eran gentiles o personas de otras naciones. El llegar Jesús a este lugar marca un momento especial de parte de Dios el Padre que tenía bien planificada la misión a llevarse a cabo a través de Jesús. 

El ministerio de Jesús durante los tres años y medio que sirvió en esta tierra fue uno de pasión y compasión.

Fue un ministerio de pasión porque Él experimentó un profundo y gran poder para realizar la voluntad del Padre. Así Él lo expresó en Juan 6:38 (TCB): “Porque yo no he bajado del cielo para hacer mi propia voluntad, sino para hacer la voluntad de mi Padre, que me ha enviado”. Cuando se examina el proceder de Jesús ante la realización de la voluntad del Padre, se puede conocer que este fue uno de sujeción, humildad, obediencia, fe y compromiso. Jesús creyó y actuó conforme a la voluntad del Padre. Por eso la ejecutó con pasión.

El ministerio de Jesús fue uno de compasión porque Él manifestó empatía, delicadeza, amor y afecto por todos aquellos que se le acercaban recibiendo de Él paz, esperanza y la oportunidad de recibir otros beneficios. Dado que Jesús tuvo compasión, esta no se quedó en una expresión solamente, ni en un anhelo de hacer algo. No, Jesús actuó, porque Él conocía que esa era la voluntad del Padre.

Su ministerio llegó a gentes de diferentes grupos de personas. Jesús atendió a judíos y a gentiles. Jesús recibió a personas de escasos recursos, así como a gente adinerada. Jesús sanó por medio de la Palabra y por medios inusuales que respondieron al poder de Dios. Jesús trató con pecadores, religiosos y con fieles seguidores. Jesús no hizo acepción de personas. A todos los recibió. Motivado por el amor y la compasión del Padre por la humanidad se dio a la misión de acercarse a todos.

¡Cuánta gente recibió su atención y sus cuidados! Entre esa multitud que recibió su toque divino se encontraron muchos discapacitados. Jesús atendió y ayudó a muchas personas con discapacidad. Personas imposibilitadas para tener una vida digna por causa de sus diferentes situaciones físicas, emocionales y espirituales. Individuos que se expusieron y enfrentaron barreras y limitaciones que se levantaban para condicionar su acceso a una participación e integración social. Jesús vio a los discapacitados con ojos de misericordia mostrando con ternura y con esperanza que el Padre podía cambiar con su poder sus vidas.

Hoy día las personas con diferentes discapacidades siguen presentes en nuestra sociedad. Y Jesús todavía sigue diciendo presente para ayudarles y darles la vida digna y saludable que necesitan. 

Cristo ha designado a la iglesia para que continúe su misión integrándoles a la sociedad, siendo productivos. Cristo se lo ordenó a la iglesia cuando en Juan 20:21 (TCB) dijo: “como el Padre me envió a mí, yo también los envío”. Jesús nos envía a realizar su misión, a hacer las obras que Él hizo. Jesús envía a su Iglesia, a sus discípulos a que con compasión atiendan a las necesidades espirituales, emocionales y físicas de las personas con discapacidades.

Este grupo requiere que la iglesia, como Jesús lo hizo, los reciba. Los ayude proveyendo los recursos y facilidades para que sean atendidos, restaurándolos de manera que participen activamente en la vida del reino.

¿Eres parte de la iglesia que trabaja junto al Espíritu Santo en realizar Su mandato hacia las personas con discapacidades? 

El mandato está dado. Es para toda la iglesia. Si te detienes a observar esa gran necesidad en nuestra sociedad y te dejas guiar por el Espíritu Santo de Dios, encontrarás que tienes dones, talentos y recursos de parte de Dios para colaborar en la restauración de personas discapacitadas.

Alicia Hernáiz,  Estados Unidos

Comparte la bendición:

Dejar una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *