Devocional

 AMOR PERFECTO

Texto: “Y esta esperanza no nos defrauda, porque Dios ha derramado su amor sacrificial en nuestro corazón por el Espíritu Santo que nos ha dado” (Romanos 5:5 TCB).

   La mayor seguridad que tenemos en Dios es su gran y perfecto amor por nosotros ¡No tiene comparación! Como seres humanos no podemos dimensionar la magnitud del amor que Dios nos ha proporcionado. Es que Dios no solo tiene o da amor, Él es amor y el amor es su esencia misma.

En el idioma griego existen varios términos para el término amor, palabra que en el idioma español es única para nosotros, sin embargo, la eminencia la tiene la palabra “ágape”, que encierra la multiforme grandeza del amor divino. El significado de esta palabra es primordialmente amor sacrificial, voluntario, es despojarse de sí mismo para derramar ese amor en el necesitado. El Padre lo dejó plasmado cuando envió a su amado Hijo, a darse en sacrificio por muchos. El Hijo también lo demostró, cuando no miró cosa a que aferrarse, para venir a entregarse por nosotros. 

Aquellos que en otro tiempo estuvimos lejos de Dios, viviendo en oposición a Su voluntad, fuimos testigos de cómo Su gran amor nos atrajo hacia Él. A pesar de nuestra condición, en lugar de recibir el castigo que merecíamos, fuimos alcanzados por Su gracia y adoptados como sus hijos. Jesús tomó sobre sí la maldición que nos correspondía a causa de nuestro pecado, entregándose para darnos libertad y vida. Porque esta es la realidad: no fuimos nosotros quienes dimos el primer paso para acercarnos a Dios, sino que fue Él quien, en Su amor y misericordia, vino primero a nuestro encuentro para rescatarnos.

Pero el amor de Dios no se detiene ahí; va aún más allá. Él no solo nos alcanza con Su gracia, sino que también nos capacita para ser portadores de ese amor ágape, un amor sacrificial y desinteresado. Como resultado, miles de personas entregan sus vidas con generosidad, llevando consuelo, paz y el mensaje transformador del amor de Dios a cada rincón del mundo. 

Dios ha derramado Su amor sacrificial en nuestros corazones por medio del Espíritu Santo, y es gracias a Él que, como creyentes, podemos amar incluso a quienes nos han dañado y herido. Es un misterio que desafía toda lógica humana: cuando lo natural sería reaccionar con defensa o resentimiento, el perdón brota de manera espontánea. Este amor ágape no nace de nuestro propio esfuerzo, sino que es el fruto del Espíritu Santo obrando en nosotros, transformando nuestro corazón y capacitándonos para amar más allá de lo posible. Desde una perspectiva humana, sería impensable alcanzar tal nivel de perdón, comprensión, servicio y restauración. Pero en Dios, lo imposible lo convierte en testimonio de Su gracia.

En la parábola del buen samaritano, Jesús quiso enfatizar ante sus oyentes la importancia del amor ágape, manifestado en la ayuda desinteresada hacia el prójimo. De manera irónica, destacó que el protagonista no pertenecía al “pueblo escogido”, sino que era un samaritano, lo que dejó a sus oyentes con una profunda reflexión y un sentimiento de incomodidad en sus conciencias. El relato culmina con las palabras de Jesús, quien presenta un modelo claro y detallado sobre cómo debemos relacionarnos con los demás, instándonos a practicar la misericordia y el amor sin barreras.

Podríamos decir entonces que una de las virtudes del amor sacrificial es la empatía, ponerse en el lugar del otro, cuestión que en realidad nos falta como servidores de Cristo. El maravilloso amor de Dios va a ser derramado en nosotros, en la medida que nos despojemos de nosotros mismos y de nuestros sentimientos egoístas, para permitir que el glorioso Espíritu de Dios pueda hacer la obra renovadora de nuestro entendimiento y corazones.

Cristo nos necesita para brillar, y solo lo haremos cuando el perfecto amor de Dios fluya en nuestras vidas. No nos neguemos a su llamado. Dios les bendiga.

Carlos Arancibia / Chile.

Comparte la bendición:

Dejar una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *