Devocional

¿POR QUÉ ME HAS ABANDONADO? 

MARCOS 15:33. Al mediodía se oscureció toda la tierra, hasta las tres de la tarde; 34. y a esta hora, Jesús gritó intensamente:  – “¡Eloí, Eloí!, ¿lema sabactani?”, que significa: “¡Dios mío, Dios mío! ¿Por qué me has abandonado?”

MARCOS 14:36 y decía: Papito, todo es posible para ti, por favor no me dejes sufrir, tengo mucho miedo de morir, si es posible, líbrame de este momento de dolor. Pero no quiero que se haga mi voluntad, sino la tuya.

Cuando han pasado los años y escucho tanta historia triste, de pérdidas, engaños, desilusiones, sueños frustrados, los propios y los que otros nos lo quieren imponer, fracasos, equivocaciones cometidas que luego no sabemos cómo resolverlas. Cuando veo vidas que fueron dañadas por el abuso físico, emocional o sexual. Cuando me encuentro ante personas inmersas en el alcoholismo, la pornografía, la drogadicción u otro tipo de adicciones.  Cuando escucho el dolor de la palabra no dicha, por que la persona no se encuentra ya en ese momento. Cuando percibo el deseo de morir ante tanta impotencia, o cuando siento un vacío en la vida de la persona aun cuando han alcanzado todo lo que el mundo le podía ofrecer, es cuando comparto en mi mente y mi corazón ese sentimiento de abandono.

Y aun yo misma en mi propio caminar ante crisis difíciles de superar me he sentido así, sola, abandonada, impotente, vulnerable y sin fuerzas. Uno de los propósitos del Señor Jesús fue identificarse con sus criaturas, un hombre que estaba consciente de lo que le acontecerá, toma a sus tres amigos íntimos, y les piden que le acompañen, por que comenzaba a entristecerse y angustiarse en gran manera, y les dice “Mi ser está sufriendo tan intensamente, hasta la muerte; permanezcan aquí y acompáñenme en mi dolor”.  Comenzaba a sentirse abandonado, impotente ante lo que vendría, busca la compañía de quienes habían sido sus fieles seguidores, sin embargo, su dolor es más profundo y se postra sobre su rostro, y ora: “Papito, todo es posible para ti, por favor no me dejes sufrir, tengo mucho miedo de morir, si es posible, líbrame de este momento de dolor¨. 

Y es que cuando nos sentimos abandonados, cuando tomamos conciencia de nuestro estado de aislamiento, cuando estamos impotentes ante las circunstancias, buscamos primero a quienes están más cerca, y de repente al igual que Pedro, Jacobo y Juan, los encontramos dormidos, indolentes, insensibles, y nuestra sensación de abandono se profundiza aún más.

Más adelante Jesús, seguiría con su destino, golpeado, vituperado, desechado, y clavado en una cruz, y en ese momento, lo que clama es “¡Dios mío, Dios mío! ¿Por qué me has abandonado?”

En el mundo en que estamos viviendo, un mundo en donde se caracteriza por esas relaciones líquidas, relaciones a todo nivel cuya característica principal es la falta de compromiso, ha generado que la enfermedad más silenciosa y que ahora la encontramos incluso en niños sea la depresión. En donde te sumerges en un dolor intenso y en un sentimiento de abandono, donde solo con ayuda puedes salir.

El Señor Jesús, nos da esperanza, de que nuestro clamor, y nuestro vacío puede ser llenado por el inmenso amor de quien es el amor mismo como lo afirma en la 1 carta de Juan. Y de quien demostró cuánto nos amaba que aun a pesar del dolor que sentía siguió adelante con el propósito de su nacimiento, morir por amor por todos aquellos que son su creación.

El Señor entiende estos sentimientos, es por eso que dijo “Pero no quiero que se haga mi voluntad, sino la tuya”, porque el gran amor que él siente por cada uno de nosotros no podía terminar en el Getsemaní, ni en la Cruz, sino en la Resurrección, en la Esperanza, porque el precio que pagó, que es su vida, nos daría SALVACIÓN, ya no seriamos esclavos de nuestros sentimientos, y circunstancias, sino que Él sería el dulce refugio, el abrazo eterno,  el consuelo,   la paz, la fuerza en medio de nuestra debilidad, la luz, el agua cristalina, el que seca nuestras lágrimas y las convierte en gozo, el que nos ama, y nos perdona, cuando nos acercamos a El  arrepentidos, y dispuestos a cambiar a darnos una segunda oportunidad, de vivir en la certeza de que Él toma todo nuestro pasado y lo hace nuevo, y nos da una vida nueva y abundante.

Que este sacrificio de amor que nos dio por gracia, lo tomemos, lo disfrutemos y lo compartamos, que no permanezcamos dormidos ante aquellos que están clamando y sintiéndose abandonados, que podamos aprender y ser canales de bendición para otros.

Que la respuesta que recibamos sea: “Y TODO SER VIVIENTE VERÁ LA SALVACIÓN DE DIOS”.

Créditos: 

Paulina Buitrón

Ecuador 

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