Devocional

Aflicción Temporal, Gloria Eterna

2 Corintios 4:17-18 TCB

» Nuestros sufrimientos son pasajeros y pequeños en comparación con la gloria eterna y grandiosa a la que ellos nos conducen, porque ellos nos ayudan a crecer y a madurar; así que no ponemos la mirada en lo visible, sino en lo invisible, ya que lo que se ve es temporal, mientras que lo que no se ve es eterno.”.

Perder bienes materiales es una experiencia desafiante que pone a prueba nuestra fortaleza emocional y también examina nuestros cimientos, los cuales se ven fuertemente sacudidos. Los desastres naturales nos recuerdan nuestra propia fragilidad y la transitoriedad de nuestras posesiones, situación que nos invita a reflexionar sobre lo que realmente importa en la vida: el amor, la compasión y la solidaridad.

En lugar de debatir respecto de la bondad de Dios, podemos ver estos momentos como oportunidades para manifestar Su amor a través de nuestras acciones, ayudando a quienes han perdido todo y reconstruyendo comunidades devastadas. Aunque son tiempos difíciles, la actitud que elegimos adoptar puede marcar la diferencia en nuestra capacidad para recuperarnos y encontrar un sentido renovado del propósito de Dios para cada uno.

De acuerdo con lo que el autor nos enseña mediante el texto bíblico de hoy, a menudo nos vemos enfrentados a desafíos que pueden desgastar muy seriamente nuestro ser exterior: presiones, pérdidas y tribulaciones que parecen incesantes; todavía no termina una situación y aparece otra igual o peor. Sin embargo, en medio de este proceso, encontramos consuelo y fortaleza en la verdad revelada en 2 Corintios 4:16-18.

El apóstol Pablo nos anima a no desmayar, a seguir avanzando, a ponernos de pie, incluso cuando nuestro cuerpo experimente el desgaste inevitable de la vida. ¿Por qué? Porque, mientras el cuerpo físico se debilita, nuestro ser interior se renueva día a día, una renovación que no proviene de nuestras fuerzas, sino de la obra transformadora de Dios en nosotros.

La perspectiva cambia cuando comprendemos que las tribulaciones, que son momentáneas, tienen un propósito eterno. Cada desafío, cada lucha, cada vez que enfrentamos dificultades o batallamos, estamos construyendo un tesoro de gloria que va más allá de lo que podemos entender o imaginar. Una aflicción temporal se convierte en ese vehículo que nos transporta a un crecimiento espiritual extraordinario que nos hará más compasivos, más solidarios y más comprometidos en el amor a nuestro prójimo.

Nuestra fe cristiana nos enseña que la esperanza nunca se pierde, incluso en medio de la desesperación, porque Dios es capaz de sacar belleza del caos y de restaurar lo que se ha perdido. Cambiemos nuestra mirada: dejemos de enfocarnos en las cosas temporales y dirijamos nuestra atención hacia lo invisible y eterno. Las luchas presentes son como sombras pasajeras en comparación con la luz radiante de la gloria eterna que nos espera.

Créditos:

Por: Olga Bascuñán 

Nacionalidad: Chile. 

Correo: obascunan@proyectoevanggelio.org

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