Devocional

EL AMOR ÁGAPE: UN AMOR QUE DIGNIFICA

Texto: Y Jesús le respondió: “Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma y con toda tu mente”. Este es el primer y más importante mandamiento. (Mateo 22:37-39 TCB)

Con frecuencia, cuando el mes de febrero está en marcha, solemos reflexionar teológicamente (o solamente hablar con demasía) sobre el amor. Sin embargo, no hablamos sobre el amor eros que encontramos en Cantares, ni sobre el amor fileo que vemos en los evangelios, ni sobre el amor storgé que encontramos en Génesis. El tipo de amor principal, que es objeto de nuestra reflexión y discurso, es el amor ágape, que encontramos en los relatos cristológicos sobre el sacrificio de Jesús en la cruz para salvarnos.

El amor ágape (ἀγάπη) es definido como el amor más puro, desinteresado, sacrificial e incondicional. Se sabe que este mismo término que se usa en Juan 3:16, 1 Corintios 13:4-7, Romanos 5:8, 1 Juan 4:8 o Efesios 2:4-5, para hablar del amor que Dios demostró a la humanidad, y frecuentemente relacionado con el ministerio sacrificial de Jesús. Lo curioso es que, este tipo de amor también se usa en textos que tratan sobre el amor al otro, al que es nuestro prójimo y que también ha sido salvado por el sacrificio de Jesús.

En Mateo 22:35-40 encontramos a Jesús superando a los saduceos en el diálogo sobre la resurrección, acto seguido, vemos a los fariseos preguntar a Jesús por temas concernientes a la ley y a los mandamientos. El texto nos dice lo siguiente: 

35 y uno de los fariseos, experto en la ley, para tenderle una trampa a Jesús, le preguntó:

36– Maestro, ¿cuál es el mandamiento más importante de la ley?

37 Y Jesús le respondió:

– “Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma y con toda tu mente”. 38 Este es el primer y más importante mandamiento. 39 El segundo es semejante al primero: “Amarás a tu prójimo como a ti mismo.” 40 En estos dos mandamientos se fundamenta toda la ley y los profetas.

Junto a los saduceos y a los soferim (escribas), muchos fariseos del siglo I eran una especie de juristas judíos, encargados de teorizar e interpretar la ley mosaica. Específicamente, el texto citado nos dice que fue “uno de los fariseos, experto en la ley” el autor de la pregunta hecha a Jesús. Esta pregunta era de tipo jurídica, con fuertes implicaciones religiosas, éticas y sociales. Lo que Jesús respondería a continuación podría generar controversia; si su respuesta era distinta a la ideología conservadora de los fariseos, Jesús podría ser acusado y juzgado por las autoridades judías.

La respuesta de Jesús al fariseo fue brillante. Jesús responde al experto de la ley, citando el Shemá: “Escucha, Israel: el Señor nuestro Dios, el Señor uno es. Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma y con todas tus fuerzas” (Deuteronomio 6:4-5). El Shemá es una de las oraciones y afirmaciones más importantes para el judaísmo. En el Antiguo Testamento, el Shemá sirvió como introducción y preparación para que el pueblo de Dios recibiera la ley del Deuteronomio. Jesús cita este credo y lo afirma como el primer y más importante mandamiento, para poder abogar por el amor al prójimo, diciendo que el segundo mandamiento más importante es “Amarás a tu prójimo como a ti mismo”. Al final de su respuesta, Jesús agrega que estos dos mandamientos (amar a Dios y amar al prójimo) no solamente son los dos principales, sino que, además, son el fundamento de toda la ley y de los profetas.

Ahora, ¿cómo se relaciona esto con el tema del amor? Cuando Jesús afirma que los dos mandamientos más importantes son amar a Dios y al prójimo, utiliza el término griego ágape. Esto es importante, porque significa que el amor incondicional y sacrificial proviene principalmente de Dios, pero nosotros, no solamente podemos, sino que estamos llamados a amar a nuestro prójimo con ese amor ágape, que no establece condiciones y que está dispuesto al sacrificio. La respuesta de Jesús también sugiere que la ley no está sobre la dignidad de nuestro prójimo. Por el contrario, el amor al prójimo fundamenta la ley y nos ayuda a interpretarla. Cuando el amor ágape por Dios y por el prójimo sea el criterio principal que nos ayuda a interpretar la Biblia, la moralidad o la política, estaremos cumpliendo los dos mandamientos más importantes. Pero, cuando la ley y los mandamientos bíblicos se interpretan lejos del amor ágape que Jesús mostró por nosotros, corremos el riesgo de utilizar la Biblia para condenar, flagelar y crucificar a nuestro prójimo.

Que este amor incondicional nos impulse a dignificar a nuestro prójimo, a levantar al caído y a vivir con la plena certeza de que, en Cristo, el amor ágape siempre será la mejor decisión. 

Pablo Darío Cantoral / Guatemala 

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