Devocional

Un pedazo de cielo en el alma

Texto: Lc 6:27“V 27. Pero a ustedes los que escuchan estas palabras, les digo: – Amen a sus enemigos, hagan el bien a los que los odian; 28. bendigan a los que los maldicen; oren por los que los maltratan;” (TCB).

Los creyentes que escuchan la palabra de Dios y la aplican, experimentan cambios concretos generados por la misma palabra, a fin de vivir una vida plena para el bienestar integral, tanto personal como en comunidad.

Estos versos de Lc 6:27-36 y Mt 5:38-48 (TCB) resaltan el amor hacia los enemigos. Es un mandamiento de Jesús dirigido a los discípulos, seguidores y oyentes. No son acciones opcionales; al contrario, son el accionar de Dios manifestado en Jesucristo y que debe ser imitado por los discípulos para hacer realidad el reino de Dios en la vida cotidiana. Vale indicar que estos versos contienen diversos temas, lecciones y mensajes; sin embargo, la reflexión de hoy trata acerca de «Un pedazo de cielo en el alma».

Los versos 27-28 contienen cuatro imperativos que orientan sobre la forma de tratar a las demás personas, como amar, bendecir, orar y hacer el bien. Jesús se dirige de manera específica a los que están recibiendo su mensaje, y les indica que su mandato no es opcional, sino una cuestión de llevar a la práctica lo que se escucha: «Pero a ustedes los que escuchan estas palabras» (v 27). El hecho de escuchar ya es una responsabilidad. Jesús sabía que son prácticas factibles en determinados ámbitos, por ello agrega detalles sobre los receptores, quienes son los enemigos o aquellas personas que causan dificultades a otros. No se menciona un grupo específico, sino que todo aquel que odia, maldice o maltrata a otra persona entra en la categoría de enemigo por sus actos injustos.

Para los discípulos, este distintivo del reino fue algo inesperado, pero Jesús, en su misericordia, sabía que estas prácticas generan bienestar integral; por ende, se constituye en un pedazo de cielo para quien lo vive. Este tema es contradictorio a la actualidad, donde impera la venganza, el resentimiento, el odio y el egoísmo humano.

Amar y corresponder a la familia, amistades y vecinos respetuosos es placentero; son prácticas realizadas por toda persona que se siente amada. Los malvados también lo hacen; por ejemplo, los ladrones que con el robo llevan provisiones a su familia, o los políticos que propagan la corrupción para asegurar un supuesto futuro tanto personal como familiar. Sin embargo, en los versos mencionados, el amar, bendecir, orar y hacer el bien a aquellas personas que en algún momento hayan causado daños de manera directa o indirecta, son actos que marcan la diferencia y son distintivos de los miembros del reino de Dios. Es imposible mediante la fuerza humana, pero estos sentimientos pueden ser sanados por el poder de Dios, de manera que el discípulo pueda vivir internamente un pedazo de cielo en su corazón. Los malos sentimientos hacen más daño al que los posee que a quien va dirigida la adversidad, y muchas veces esta última ya ni se acuerda del perjuicio causado.

¿Eres miembro del reino de Dios? ¿Amas, bendices, oras y haces el bien a quienes consideras enemigos?

Ser más que recíproco te lleva al nivel de discípulo de Jesús y miembro del reino de Dios. ¡Suelta el resentimiento y mejora tus relaciones interpersonales!

Créditos:

Por: María Fidelina Camajá Az 

Nacionalidad: Guatemala 

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