Devocional

 Cuando el amor se derrama

Texto: “Lo que ella hizo fue muy significativo, se anticipó ungiendo mi cuerpo para la sepultura” (Marcos 14:8 TCB).

Eran tiempos inciertos donde las maquinaciones de los líderes religiosos para acusar a Jesús y la oferta de Judas para traicionarlo se podía sentir en la atmósfera.  Dos días antes de la Pascua, se encontraba Jesús en Betania, en la casa de Simón el leproso, sentado a la mesa junto a su anfitrión, cuando una mujer hace acto de presencia en medio de la reunión y atrae la atención de todos los presentes.

Esta mujer reconoció que era una oportunidad para acercarse a Jesús. Pero no se presentó con sus manos vacías, sino que trajo consigo un frasco de alabastro con perfume de nardo puro, carísimo.  Estando frente a Jesús quebró el frasco de alabastro derramando todo el perfume sobre su cabeza.  

En los tiempos de Jesús, el perfume de nardo era muy apreciado. Un frasco costaba aproximadamente un año de salario. En este acto ella está diciendo que Él es digno de todo lo que tenemos y somos.   

La mujer ungió a Jesús abundantemente con perfume, su amor por Él era grande. El frasco quebrado implica entrega y devoción total.  La adoración verdadera es entregarlo todo sin reservas. Ella quería dar tributo al Señor mostrando su bondad y amor mientras pudiera.  El perfume era de alto precio, lo cual nos sugiere que ofrecemos lo mejor de nosotros.  La acción de adoración de esta mujer llenó el lugar de la fragancia del perfume, el cual fue olor grato y un aliciente para Jesús, porque mientras unos buscaban ocasión para matarlo y otro estaba dispuesto a traicionarlo, ella muestra su amor y devoción absoluta hacia Él.  Una hermosa acción, en un momento oportuno, ella ungió a Jesús antes de su muerte y sepultura.   

Algunos de los invitados en especial Judas pensaban que era un desperdicio, que hubiera sido mejor venderlo y dar limosna a los pobres.  Pero Jesús los corrigió su forma de pensar, lo que ella había hecho era una linda acción. A los pobres se les puede ayudar en cualquier momento, pero solo una vez en la historia se podía ungir a Jesús antes de su sepultura y esta mujer tuvo ese discernimiento espiritual. 

Hoy día, unos se niegan a recibir a Jesús, otros se apartan de la fe, algunos le traicionan por la fama y el dinero, mientras que otros apagan la voz al mensaje transformador que nos guía al Reino de Dios. Es tiempo de discernir en el espíritu.  Que tu adoración suba más alto que las voces del mundo.  La verdadera adoración llena el trono de olor fragante y queda registrada en la presencia del Señor.  La mujer que ungió a Jesús, fue inmortalizada por su acto de amor.  Jesús dijo: “donde quiera que se predique este Evangelio, se contará lo que ella hizo para recordarla” (Marcos 14:9).          

Dalila Gómez – Puerto Rico

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