Devocional

Título: ¿Quién soy?

Texto: “Jesús siguió enseñando una parábola más:

– El reino de los cielos es semejante a un tesoro que ha sido escondido en un campo, un hombre lo encontró, y lo volvió a esconder, y motivado por la alegría, se va y vende todo cuanto tiene, y compra el campo donde está el tesoro escondido”. Mateo 13:44 TCB

En el texto Jesús está contando parábolas para explicar acerca del Reino de Dios sin dar un concepto en concreto. Y es como cuando quieres explicar algo que es tan grande, tan hermoso tan indescriptible que no existe una sola palabra para definir, describir, así que lo tienes que explicar con varias cosas, circunstancias, procesos que se puede asemejar, y usas el concepto ¨es semejante a¨…

Entonces Jesús cuenta la parábola del tesoro escondido. Da a entender de la existencia de un terreno baldío, por mucho tiempo abandonado, es decir sucio, lleno de mala hierba, tal vez montañas de tierra o de desechos de construcciones viejas. Una persona que pasaba por ahí entró a ese lugar y encontró algo increíble.  Al parecer este hombre era un buscador de tesoros (por eso le interesó entrar al terreno), de esos que tienen tanta experiencia que saben dónde 

se puede hallar algo valioso.

Este tesoro tiene una característica importante, y es que se trata de algo que en esencia tiene mucho valor, pero como ha estado escondido, olvidado por mucho tiempo, así tenga mucho valor, no sirve para nada. Y lo que nos cuenta el texto es que aparentemente estaba ̈perdido ̈ por muchos años, y una larga espera se asemeja a resignación y desesperanza.

Este hombre de pronto halla el tesoro, y sintiéndose tan feliz de haber hallado algo muy valioso, lo esconde de nuevo, en sentido de protección, como diciendo: no quiero que nadie más te encuentre, quiero que seas mío, quiero que seas para mí.

Gozoso va y vende todo lo que tiene, y me imagino que fue una acción tan absurda invertir TODO por un terreno sin valor; imagino que sus familiares y amigos le dijeron: ¿qué estás haciendo? ¡cómo vas a vender TODO lo que tienes para comprar ese terreno que no tiene futuro!, ¡piénsalo bien! ¡no hagas tan mal negocio! Pero esa loca acción tenía una razón, nadie sabía lo que él había encontrado allí, para este hombre valía mucho más que todo lo que tenía, así que lo entregó todo y rescató ese tesoro.

Entonces, en mi reflexión, pensé que el buscador de tesoros es Dios, y en medio de su búsqueda, me encontró justo ahí donde estaba, en ese terreno abandonado, en un lugar que parecía no tener valor, que me hacía definirme a mí misma como algo sin valor. Me imagino a Dios ponerse tan contento al encontrarme, que no le importó entregarlo todo, TODO por hacerme de nuevo su tesoro. 

Y al recordar el inicio de la historia: EL REINO DE DIOS ES SEMEJANTE A … Mí!!! WOW!! Eso me voló la cabeza, la inusual ocurrencia tan descabellada de pensar que YO soy el REINO DE DIOS en esta tierra, que mi simple y normal vida puede llegar a ser la definición, el ¨es semejante a¨ el Reino de Dios en esta tierra.

Pensar de esta forma me ha hecho pensar del valor tan grande que tengo para Dios, y la enorme responsabilidad de ser su Reino aquí, y esa responsabilidad no involucra que debo de hacer algo sobrehumano, es simplemente destapar la caja del tesoro y dejar que brille la eternidad que Dios ha puesto en mi corazón como un testimonio de procesos no perfectos pero si llenos de fe, de gracia, de esperanza, de resiliencia, de autenticidad, de transformación, de victoria!! wow! qué tesoro tan brillante es una vida genuinamente vivida en el pleno centro de una salvación que le costó a Dios todo.

Así que sabiendo quién soy (SOY SU REINO) cada vez estoy más consciente de que tengo el cielo en mi corazón, pero tengo también mis pies bien puestos en la tierra, con el enorme privilegio de haber sido hallada por Él y ser considerada como su tesoro, ¡quiero!  ¡quiero! que mi vida sea un concepto de lo que es el REINO DE DIOS: Restauración, libertad, plenitud, esperanza, justicia y gozo!

Créditos:

Enma Eunice Díaz Suárez

Ecuador

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