Devocional

La paz que trae esperanza

Texto: “Estas cosas les he enseñado con el propósito de que tengan paz a través de mí; en este mundo tendrán crisis, pero ¡anímense!, porque yo vencí al mundo”. (Juan 16:33 TCB). 

El cristianismo, desde sus inicios, ha estado marcado por un entorno de persecución y desafíos. En este contexto, las palabras de Jesús en Juan 16:33 adquieren un significado profundo y vital para la vida del creyente. Este versículo ofrece un balance entre la realidad de la tribulación en el mundo y la promesa de paz y victoria en Cristo. Hoy exploraremos cómo este mensaje se relaciona con la esperanza cristiana y cómo esta esperanza, según la teología de la esperanza de Jürgen Moltmann, nos sostiene en medio de las dificultades.

Jesús pronuncia estas palabras al final de un discurso en el que prepara a sus discípulos para los eventos venideros, incluyendo su propia crucifixión y las pruebas que ellos mismos enfrentarían. El mensaje es claro: aunque el mundo es un lugar de tribulación, en Él podemos encontrar una paz que trasciende las circunstancias. La afirmación de que «Él ha vencido al mundo» no es una simple declaración de triunfo; es una invitación a confiar y a vivir en la realidad de esa victoria, independientemente de las dificultades que enfrentemos.

En el griego original, la palabra utilizada para «tribulación» es «θλῖψις» (thlipsis), que implica una presión intensa, como la que se siente cuando se prensan las uvas. Jesús no minimiza el dolor ni las dificultades; en lugar de eso, las reconoce y las pone en perspectiva. La tribulación es una realidad ineludible en la vida cristiana, pero no es el estado final. 

La palabra «paz» en este versículo se traduce del griego «εἰρήνη» (eirēnē), que significa más que la ausencia de conflicto; es un estado de plenitud y bienestar integral que solo se encuentra en Cristo. Jesús nos ofrece esta paz como un don que supera las circunstancias y nos ancla en la seguridad de su victoria.

En su libro «Teología de la Esperanza», Jürgen Moltmann argumenta que la esperanza cristiana no se basa en una simple expectativa del futuro, sino en la certeza del cumplimiento de las promesas de Dios, comenzando con la resurrección de Cristo. Esta esperanza es activa y se manifiesta en el presente como una fuerza transformadora. Moltmann señala que la esperanza es esencial para enfrentar las tribulaciones del mundo, pues no solo mira hacia un futuro mejor, sino que también transforma nuestra comprensión y respuesta a la realidad actual.

Desde esta perspectiva, la victoria de Cristo sobre el mundo es tanto una realidad presente como una promesa futura. La esperanza que tenemos en Cristo no es una espera pasiva, sino una fuerza dinámica que nos permite vivir en paz y confianza, incluso en medio de la adversidad. 

Ante las tribulaciones de la vida, el desafío para cada creyente es aferrarse a la paz y la victoria que Jesús nos ofrece. Esta semana, te animo a reflexionar sobre las áreas de tu vida donde sientes mayor presión y desafío. Lleva estas áreas en oración y confía en la promesa de Jesús de que Él ha vencido al mundo. Permite que esta esperanza transforme tu perspectiva y te dé fuerza para perseverar.

Recuerda las palabras de Romanos 8:37 (TCB): «Sin embargo, en todo esto somos más que vencedores por medio de aquel que nos amó sacrificialmente». Vive esta verdad, sabiendo que la victoria en Cristo es tuya hoy y por la eternidad.

Créditos: 

Jonnathan Tapia  

 Ecuador

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